Las pesadillas son más que un mal sueño: los científicos descubren cómo aceleran el envejecimiento

Una nueva investigación conecta las pesadillas recurrentes con un deterioro celular acelerado y una menor esperanza de vida. Y no, no se trata de ciencia ficción.

Pesadillas
Un estudio asegura que las pesadillas frecuentes están relacionadas con la aceleración de ciertos mecanismos biológicos asociados con el deterioro del cuerpo humano.

Despertar en plena madrugada, con el corazón latiendo a mil y empapado en sudor, no es sólo que hayas pasado una mala noche. Es un fenómeno que, según revelan recientes datos científicos, podría estar marcando el ritmo de tu envejecimiento y afectando seriamente tu salud a largo plazo. Las pesadillas, más allá de ser episodios desagradables, estarían desempeñando un papel importante en cómo y cuánto vivimos.

Un grupo de investigadores del Reino Unido han dado con una conexión sorprendente entre los sueños aterradores frecuentes y la aceleración de ciertos mecanismos biológicos asociados con el deterioro del cuerpo humano. Lo más impactante es que esta asociación se manifiesta desde edades tempranas y persiste durante toda la vida.

Pesadillas semanales: una señal de alerta para la salud

No se trata de casos aislados ni de una simple sospecha. Los datos proceden del análisis de más de 183,000 adultos de entre 26 y 86 años, a quienes se les preguntó con qué frecuencia tenían pesadillas. Aquellos que reportaron este tipo de sueños de forma habitual, al menos una vez por semana, mostraron un patrón muy claro: mayor riesgo de morir antes de los 70 años.

El autor principal del estudio, Abidemi Otaiku, resume la conclusión: “Las personas que tienen pesadillas frecuentes envejecen más rápido y mueren antes”. La afirmación se respalda con datos longitudinales que siguieron a los participantes durante casi dos décadas.

Lo realmente llamativo es que esta conexión parece ser aún más fuerte que la de los factores clásicos de riesgo, como el sedentarismo, una dieta poco saludable o incluso el tabaco. Todo apunta a que la calidad del descanso, y lo que soñamos en él, podría tener un impacto más profundo del que se pensaba.

Telómeros y relojes epigenéticos: cómo envejecemos por dentro

Para medir el envejecimiento de forma precisa, el equipo de científicos utilizó herramientas moleculares. En adultos, observaron los llamados relojes epigenéticos, que permiten calcular la edad biológica a partir de patrones en el ADN. En el caso de los niños, recurrieron a la longitud de los telómeros, que son pequeños “tapones” que protegen los extremos de los cromosomas y que se acortan con el tiempo.

Las pesadillas suelen provocar interrupciones en el sueño profundo, que es el momento clave en el que el cuerpo se repara.

Los resultados fueron consistentes: cuanto más frecuentes eran las pesadillas, más corto era el telómero o más acelerado el reloj epigenético. Lo más inquietante es que esta tendencia se encontró también en niños de entre 8 y 10 años. Es decir, los efectos negativos del mal sueño empiezan desde la infancia y podrían acompañar a lo largo de toda la vida.

Y no parece importar el sexo, la etnia ni otros factores demográficos. El vínculo es tan sólido que, según los cálculos del estudio, alrededor del 40% del riesgo adicional de muerte temprana entre quienes tienen pesadillas frecuentes se puede explicar por ese envejecimiento biológico acelerado.

Hormonas del estrés y mal descanso: la fórmula perfecta para el desgaste

Dos factores parecen estar detrás de este fenómeno. Por un lado, el cortisol. Esta hormona, liberada en momentos de estrés, se dispara tras una pesadilla intensa. Es la misma que se activa cuando el cuerpo detecta una amenaza, real o imaginaria, y su liberación constante está asociada con un deterioro más rápido de las células.

Por otro lado, las pesadillas suelen provocar interrupciones en el sueño profundo, ese momento clave en el que el cuerpo se repara. La falta de descanso continuo compromete la regeneración celular y deja al organismo más expuesto a enfermedades como problemas cardiovasculares o trastornos metabólicos.

Todo esto convierte a los sueños perturbadores en una especie de enemigo silencioso de nuestra longevidad. Dormir mal ya no es sólo una molestia, también es una amenaza real para la salud.

Cómo reducir las pesadillas y dormir mejor

Afortunadamente, no todo está perdido. Según los especialistas, hay estrategias sencillas que pueden ayudar a disminuir la frecuencia de las pesadillas. Evitar películas o libros con contenido violento antes de dormir es un buen comienzo. También se recomienda prestar atención a la salud mental, ya que el estrés, la ansiedad y algunos trastornos psicológicos están directamente vinculados con este tipo de sueños.

Un entorno de descanso tranquilo, sin pantallas antes de dormir y con horarios regulares, también puede marcar la diferencia. En algunos casos, incluso la terapia cognitivo-conductual adaptada a pesadillas ha mostrado buenos resultados para quienes las sufren de forma crónica.

Aunque aún falta mucho por investigar, los científicos coinciden en que soñar no es un asunto que debamos ignorar. Lo que ocurre en nuestra mente durante la noche puede tener más influencia de la que imaginamos sobre cómo nos sentimos y cuánto tiempo vivimos. Tal vez, empezar a cuidar de nuestros sueños sea una nueva forma de cuidar nuestra salud.

Referencia de la noticia

Nature Cell Biology. Published: 14 February 2022. Telomere dysfunction in ageing and age-related diseases. Francesca Rossiello, Diana Jurk, João F. Passos y Fabrizio d’Adda di Fagagna.