Un impacto cósmico habría traído los ingredientes para la vida a la Tierra, dicen los científicos

Un estudio de la Universidad de Berna revela que la Tierra primitiva se formó como un planeta seco y rocoso, y que los elementos esenciales para la vida llegaron más tarde gracias a un impacto colosal con un cuerpo celeste.

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Si la habitabilidad de un planeta puede depender de un evento tan azaroso como un choque cósmico, entonces la vida podría ser mucho menos común de lo que imaginamos.

El mayor desafío de la astrobiología es que, hasta ahora, solo conocemos un planeta con vida: la Tierra. Entre todos los cuerpos del sistema solar, nuestro mundo es el único que combina una atmósfera densa, agua líquida en la superficie y la compleja química orgánica que sostiene la biología. Pero estos ingredientes no estaban presentes cuando el planeta era joven, hace más de 4.500 millones de años.

En los orígenes del sistema solar, los elementos volátiles —como el agua, el carbono o el azufre— eran abundantes en la nebulosa de la que nacieron los planetas. Sin embargo, en las regiones cercanas al Sol las altas temperaturas impidieron que estos se condensaran, quedando en forma gaseosa y fuera del alcance de los planetas rocosos que se estaban formando. Solo los cuerpos más alejados pudieron retener estas sustancias, lo que planteó un misterio: ¿cómo y cuándo llegaron estos ingredientes a la Tierra?

Una respuesta desde Suiza

Un nuevo estudio de la Universidad de Berna aporta pistas sólidas a esta pregunta. El equipo encabezado por Pascal Maurice Kruttasch, investigador posdoctoral, y Klaus Mesger, profesor emérito de geoquímica, demostró que la composición química de la Tierra primitiva estaba completa apenas tres millones de años después de su formación, unos 4.500 millones de años atrás.

Esto significa que nuestro planeta inicial era un cuerpo seco y rocoso. Los elementos clave para la vida habrían sido incorporados más tarde, probablemente mediante un gigantesco impacto cósmico.

La investigación, publicada el 1 de agosto en la revista Science Advances, formó parte de la tesis doctoral de Kruttasch en el Instituto de Ciencias Geológicas de la Universidad de Berna.

Rastreando isótopos antiguos

El estudio se centró en el análisis de dos isótopos, Manganeso-53 y Cromo-53, presentes en meteoritos y en rocas terrestres. A través de cálculos de modelos, los científicos lograron determinar cuánto tiempo tardó en consolidarse la composición química de la Tierra.

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Nuestro planeta inicial era un cuerpo seco y rocoso. Los elementos clave para la vida habrían sido incorporados más tarde.

El sistema de medición utilizado se basa en la desintegración radiactiva del Manganeso-53, que se convierte en Cromo-53 con una vida media de 3,8 millones de años. Según los resultados, la química terrestre se estabilizó en menos de tres millones de años, un lapso sorprendentemente corto en la escala cósmica. Este hallazgo representa la primera evidencia empírica de la composición original de la Tierra primitiva.

La hipótesis del gran impacto

Los resultados respaldan la conocida Hipótesis del Gran Impacto, que sostiene que el sistema Tierra-Luna se formó tras la colisión de la Tierra primitiva con un objeto del tamaño de Marte, denominado Theia. Según esta teoría, Theia se habría formado en una región más alejada del Sol, rica en elementos volátiles como el agua.

La colisión no solo dio origen a la Luna, sino que también transfirió a la Tierra esos ingredientes que hicieron posible la vida. En otras palabras, nuestro planeta debe su habitabilidad no a un desarrollo continuo y gradual, sino a un evento fortuito: el choque con un cuerpo ajeno y rico en agua.

Implicaciones para la vida en el universo

Más allá de resolver un misterio de la historia terrestre, estos resultados tienen un profundo impacto en la astrobiología. Si la habitabilidad de un planeta puede depender de un evento tan azaroso como un choque cósmico, entonces la vida podría ser mucho menos común de lo que imaginamos en otros sistemas estelares.

Kruttasch subraya que el próximo paso será estudiar en detalle ese impacto, mediante modelos y simulaciones que expliquen tanto las propiedades físicas de la Tierra y la Luna como su composición química e isotópica.

“Este hallazgo deja en claro que la capacidad de un planeta para albergar vida no es una consecuencia natural ni garantizada, sino el producto de circunstancias excepcionales”, señalan los investigadores.

Referencia de la noticia

Pascal M. Kruttasch, Klaus Mezger, Time of proto-Earth reservoir formation and volatile element depletion from 53Mn-53Cr chronometry. Sci. Adv.11, eadw1280 (2025). DOI:10.1126/sciadv.adw1280