Los atardeceres más bonitos del mundo, de Roma a Río de Janeiro
Dicen que no hay dos atardeceres iguales. Cada puesta de sol pinta el cielo con matices únicos. Desde los tejados romanos hasta las playas de Río, viajamos por el mundo para descubrir atardeceres tan bellos que te dejarán sin aliento.

Hay viajeros que planean rutas para descubrir monumentos, sabores o culturas… y otros que persiguen algo tan simple y mágico como la caída del sol. Para muchos, ver cómo el cielo se tiñe de rojo, naranja o púrpura es un auténtico ritual que bien merece cruzar océanos.
El mundo está lleno de lugares donde el atardecer se convierte en espectáculo. Hoy te llevamos de Roma a Río de Janeiro, pasando por Nueva York, Santorini o San Francisco, para descubrir algunos de los atardeceres más bonitos del planeta.
Cuando el sol se despide, el mundo se ilumina
Existen atardeceres que son casi un evento cultural en sí mismos. Algunos tienen lugar entre rascacielos, otros sobre mares infinitos o entre montañas rojizas. Cada uno cuenta una historia única y ofrece un momento que, para muchos, justifica cualquier viaje. Aquí te presentamos algunos de los más impresionantes y memorables.
Roma desde el Monte Pincio
Roma, la Ciudad Eterna, es un escenario de belleza inagotable, pero cuando el sol empieza a descender, la magia se multiplica. Desde el Monte Pincio, una de las colinas más emblemáticas, se obtiene una vista impresionante de la ciudad. Desde los jardines de la Piazza Napoleone, la cúpula de San Pedro domina el horizonte, mientras los rayos dorados iluminan las fachadas y las cúpulas barrocas. Es un atardecer que, más que verse, se siente como un poema.
Manhattanhenge, el sol entre rascacielos en Nueva York
Pocos atardeceres urbanos son tan célebres como el Manhattanhenge, un fenómeno que sucede apenas cuatro días al año. Inspirado en el famoso Stonehenge, aquí el sol se alinea perfectamente entre los cañones de acero y cristal que forman las calles de Manhattan, desde la 14 hasta la 57. Durante unos minutos, la ciudad entera se detiene para contemplar un disco solar perfectamente encajado en el horizonte urbano, tiñendo de fuego el asfalto. Es la magia de la naturaleza coexistiendo con la geometría de la gran ciudad.
Santorini, atardecer sobre el mar Egeo
Oia, en Santorini, es probablemente el lugar más famoso de Grecia para despedir el día. Sus casas blancas, encaramadas en acantilados y salpicadas de cúpulas azules, se transforman cuando el sol cae sobre el mar Egeo. Los tonos naranjas, rosas y violetas se reflejan en las paredes encaladas, creando una atmósfera casi irreal. Es un atardecer que se vive en silencio, entre turistas y locales que buscan el mejor rincón para fotografiar la belleza efímera del momento.

Londres, skyline y calma junto al Támesis
Aunque Londres no suele asociarse con grandes puestas de sol, hay rincones donde el crepúsculo se convierte en puro espectáculo. Cerca de The Shard, el rascacielos más alto del Reino Unido, el sol se esconde tras el perfil moderno y clásico de la ciudad. Desde la orilla del Támesis, sin aglomeraciones, se puede contemplar cómo el cielo se tiñe de tonos pastel, reflejándose en las aguas del río y creando un skyline londinense tan elegante como inesperado.
Twin Peaks, San Francisco, la ciudad a tus pies
San Francisco, con sus colinas onduladas y su atmósfera bohemia, ofrece uno de los mejores miradores para el atardecer en Twin Peaks. Desde estas dos cimas gemelas se contempla toda la ciudad, incluida la silueta del Golden Gate asomando entre la bruma. A medida que el sol se pone, las luces urbanas empiezan a parpadear y la bahía se baña en tonos dorados y morados. Es un atardecer que combina naturaleza y urbanismo en perfecta armonía.
Monument Valley, en Estados Unidos, fuego sobre tierra roja
En el suroeste de Estados Unidos, Monument Valley despliega uno de los paisajes más icónicos del cine y la cultura americana. Desde John Ford Point, se contempla un horizonte de formaciones rocosas y tierra rojiza que, al atardecer, parece encenderse en llamas. Aquí, la naturaleza se muestra imponente, recordándonos la grandeza del paisaje navajo y el espíritu del lejano oeste.
La música y los colores se funden en Río de Janeiro
En Río de Janeiro, la puesta de sol en Ipanema es una celebración. Entre montañas y mar, el cielo se tiñe de colores cálidos mientras suenan acordes de bossa nova. Locales y viajeros se reúnen para brindar por el día que termina y recibir con alegría la noche carioca. Es imposible no contagiarse del espíritu festivo de este lugar donde cada atardecer es pura poesía tropical.

Desde Roma hasta Río, los atardeceres nos recuerdan que, sin importar dónde estemos, siempre habrá un momento del día en que el mundo se detiene para regalarnos pura belleza. Y es que, para los cazadores de puestas de sol, cada kilómetro recorrido merece la pena.