Video sorprendente: aterrador deslizamiento masivo de tierra en Pasia Laweh, Indonesia

En Pasia Laweh, la montaña cedió tras días de lluvias. Un deslizamiento masivo arrasó caminos y viviendas, mientras la región de Sumatra lucha por atender una emergencia que sigue creciendo.

A veces la naturaleza no avisa… solo cede. Y cuando lo hace, el tiempo se parte en un antes y un después. El 28 de noviembre encontró a Pasia Laweh, en la región montañosa de Sumatra Occidental (Indonesia), sumida en un caos doloroso. Una avalancha de lodo, tierra, árboles y rocas descendió por la ladera, sepultando viviendas, caminos y dejando un rastro de destrucción.

Según la Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNPB) de Indonesia, aún no hay un reporte confirmado que detalle víctimas o cifra de desaparecidos exclusivamente para Pasia Laweh, debido a que muchas áreas y localidades permanecen inaccesibles.

Hasta el 1 de diciembre, la BNPB reporta 604 muertos y 464 desaparecidos en Sumatra, pero aún no hay cifras específicas por localidad debido a la lluvia continua y zonas inaccesibles.

Durante los últimos días, la isla de Sumatra, principalmente sus provincias norte y occidental, ha sufrido lluvias extraordinarias que han saturado suelos, provocado crecidas extremas en ríos y múltiples deslizamientos e inundaciones. Debido a esto, miles de personas han sido evacuadas y decenas de miles de viviendas han sufrido daños graves o han sido destruidas.

A pesar de los esfuerzos desplegados para evaluar el alcance total de los daños, el trabajo sigue siendo extremadamente limitado. Y es que la lluvia no ha dado tregua, lo que dificulta las labores de rescate y la revisión de infraestructura afectada. Las zonas más afectadas incluyen provincias como Sumatra del Norte, Sumatra Occidental (donde se ubica Pasia Laweh) y Aceh.

Lo ocurrido en Pasia Laweh es un ejemplo puntual del desastre regional que se está viviendo en Sumatra. Y esta nota busca no solo relatar lo sucedido, sino también situarlo en su contexto meteorológico, geográfico y social.

Contexto meteorológico

El archipiélago indonesio vive tradicionalmente su temporada de lluvias monzónicas entre octubre y marzo. Sin embargo, este año rompió con lo habitual, con lluvias más intensas, prolongadas y generalizadas, que han superado la capacidad de drenaje del suelo. Esa saturación, combinada con pendientes fuertes, incrementa significativamente el riesgo de deslizamientos masivos.

De acuerdo con el análisis oficial de la Agencia Meteorológica, Climatológica y Geofísica de Indonesia (BMKG), el ciclón tropical Senyar fue el principal detonante de la tragedia. Tras tocar tierra en el norte de Sumatra, cerca de la medianoche del 26 de noviembre, el sistema no se disipó de inmediato; sino que mantuvo un recorrido prolongado sobre la isla hasta el mediodía de ese día.

Aunque Senyar nunca pasó de ser equivalente a una tormenta tropical débil, su desplazamiento lento y casi estacionario sobre áreas densamente pobladas, y poco acostumbradas a ciclones, desencadenó inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra de gran intensidad.

Las lluvias saturaron el suelo, elevaron el nivel de ríos y quebradas, y generaron flujos superficiales que socavaron laderas y taludes. En provincias como Sumatra del Norte y Sumatra Occidental, la combinación de suelo saturado, más lluvia persistente y relieve empinado derivó en múltiples fallas del terreno, con derrumbes repentinos que barrieron comunidades enteras.

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Las inundaciones fueron severas en Sumatra del Norte y Sumatra Occidental desde el 25 de noviembre. Imagen tomada de la página oficial de la BNPB.

Y sí, Senyar ya se disipó, pero la humedad que dejó a su paso y la inestabilidad atmosférica asociada siguen provocando lluvias en varias zonas de Sumatra. Y a esto súmale el monzón de fondo y la influencia de la oscilación de Madden-Julian (MJO). Este combo está prolongando el mal tiempo en varias provincias.

Vulnerabilidad y solidaridad

Su relieve montañoso, laderas pronunciadas y suelos que ante saturación pierden estabilidad, vuelven a Sumatra particularmente vulnerable ante eventos de lluvias extremas. Y en esas condiciones, el riesgo de deslizamientos masivos se dispara.

Además, la alta densidad poblacional en áreas vulnerables, la falta de infraestructura adecuada (drenajes, muros de contención, vías de escape) y baja cobertura, o carencia, de sistemas de alerta temprana en zonas rurales, montañosas o remotas, hacen que estos eventos sean particularmente mortales. Ante cualquier evento meteorológico extremo, la posibilidad de desastre es real.

Ante lo ocurrido los últimos días en Sumatra, se han desplegado equipos de búsqueda y rescate en las provincias más afectadas, junto con el envío urgente de alimentos, agua potable, carpas y medicinas a los centros de evacuación. La BNPB está utilizando vehículos anfibios, helicópteros y embarcaciones para alcanzar zonas que siguen aisladas por carreteras destruidas o inundadas.

Mientras, voluntarios locales y personal militar trabajan para despejar caminos, habilitar refugios temporales y restablecer comunicaciones. Organizaciones humanitarias también han comenzado a coordinar asistencia adicional ante el desbordamiento de la capacidad local. El despliegue de ayuda es vital hoy, pero también evidencia una lección que debe tenerse presente para el mañana.

En contextos como el de Pasia Laweh, y en general regiones vulnerables como muchas en Latinoamérica, el Caribe o Asia, reducir el impacto de futuros eventos exige apostar por la gestión del riesgo, la prevención, la adaptación al cambio climático y la resiliencia comunitaria. Porque ante una montaña que cede, el salvar vidas no está en la reacción, sino en la anticipación y la prevención.