Esta es la única capital del mundo sin habitantes: es moderna y tiene carreteras nuevas, pero nadie quiere vivir en ella

¿Imaginas una capital nacional con modernas instituciones, carreteras impecables y edificios oficiales, pero con un censo de población igual a cero? Existe y es un fenómeno único en el mundo contemporáneo que obedece a unas causas muy concretas que desvelamos.

Esta capital alberga instituciones oficiales como el Congreso Nacional, sin embargo, en ella no vive nadie.

En medio del Pacífico occidental, dentro de un pequeño archipiélago, se alza una de las capitales más enigmáticas del planeta: la de la República de Palaos. La ciudad, fundada oficialmente el 7 de octubre de 2006, es el corazón administrativo del país. Allí se encuentran el Parlamento, la Corte Suprema y las oficinas de su presidente.

Sin embargo, guarda un récord singular: su censo de habitantes es igual a cero. De hecho, es la única capital nacional del planeta sin población residente permanente. Hay claros motivos que explican este curioso fenómeno, pero empecemos por el principio…

Uno de los países más jóvenes del mundo

Palaos es uno de los catorce países que forman Oceanía, el continente más pequeño y menos poblado de la Tierra.

Su territorio está compuesto por más de 300 islas, la mayoría deshabitadas, rodeadas por aguas cristalinas, arrecifes de coral y una biodiversidad marina que lo ha convertido en uno de los destinos de buceo más espectaculares del mundo.

Antiguamente bajo dominio español, alemán, japonés y estadounidense, Palaos alcanzó su independencia en 1994 (es uno de los países más jóvenes del mundo) tras un prolongado proceso tutelado por Naciones Unidas.

Una capital sin residentes

Precisamente por mandato de su constitución, el gobierno de Palaos abordó la construcción de una nueva capital para reemplazar a Koror, la ciudad más grande del país, que estaba sobrepoblada y sufría limitaciones de espacio y recursos.

Vista aérea de la ciudad de Koror, la más grande de Palaos.

Así, se concibió Ngerulmud como un símbolo de modernidad y autonomía para un estado que no llega a los 20.000 habitantes.

Durante años, el proyecto de construcción de la nueva capital estuvo paralizado porque Palaos carecía de ingenieros y arquitectos. Además, el país se vio obligado a importar la mayoría de los materiales.

Sin embargo, gracias un préstamo de China de 20 millones de dólares, el gobierno de Palaos pudo finalmente construir el complejo institucional, que se ubica en el estado de Melekeok, en la isla de Babeldaob, la más grande del país.

Pero, a pesar de su infraestructura impecable, sus bellos edificios neoclásicos y su ubicación estratégica, la capital nunca ha conseguido atraer residentes.

Ciudad fantasma al caer la tarde

Si hubiera que utilizar una expresión para definir Ngerulmud bien podría emplearse el de “ciudad fantasma”.

Allí no hay tiendas, restaurantes, viviendas ni vida nocturna. Los empleados se trasladan diariamente desde otras localidades, principalmente desde Koror, situada a 33 kilómetros de distancia.

Es, pues, una ciudad sin alma urbana: sin servicios básicos ni atracciones sociales ni culturales que inviten a que se convierta en un lugar habitable.

Así que, al caer la tarde, cuando funcionarios públicos que trabajan en horario de oficina regresan a sus casas, Ngerulmud se convierte en una ciudad vacía que genera desafíos logísticos y económicos.

Edificio donde se ubican las oficinas del gobierno de Palaos.

Porque el mantenimiento de los edificios gubernamentales y de las carreteras requiere una inversión constante, mientras que la ausencia de una comunidad residente limita su desarrollo comercial y social.

Un futuro incierto

Para algunos analistas, Ngerulmud representa un experimento de urbanización planificada fallido. Para otros, es simplemente un centro administrativo que nunca tuvo la intención de convertirse en una ciudad en sentido pleno.

Pese a esta singularidad, Palaos continúa funcionando y Koror sigue siendo el centro vital del país, donde se concentra la mayoría de la población, la actividad económica y el turismo.

La capital política, en cambio, permanece como una cápsula institucional en medio de la exuberante selva tropical, mientras su condición única continúa llamando la atención de urbanistas, politólogos y curiosos del mundo entero.

Un contraste desconcertante que choca con la realidad de la mayoría de capitales del planeta, que siguen creciendo sin cesar. Una capital sin barrios ni distritos; una sede gubernamental sin habitantes; una ciudad sin ciudad. El vivo ejemplo de que, en ocasiones, la función no hace al lugar.