¡Se están peleando! Batalla entre magnates pone en riesgo exploración espacial
Elon Musk y Donald Trump rompieron su alianza y la pelea entre ambos podría afectar las misiones de la NASA, incluidos los planes para volver a la Luna con SpaceX.

Elon Musk y Donald Trump no solo compartían ideas, sino que también dinero y asesoría, esto debido a que Musk fue uno de los donantes más grandes de la campaña del ahora presidente de EE.UU., en 2024, y hasta formaba parte de su consejo de eficiencia gubernamental, el famoso —y real— "DOGE".
Todo parecía marchar bien, hasta que Musk criticó fuertemente la nueva ley fiscal impulsada por Trump, diciendo que aumentaría el déficit, afectaría a la clase media y llamó “abominación repugnante” a la propuesta y a los pocos días, renunció a su puesto como asesor y empezó la guerra abierta.
Trump respondió como era de esperarse: con amenazas públicas, diciendo que Elon se arrepentiría si apoyaba a candidatos demócratas y dejó entrever que podría cortar contratos federales con Tesla y SpaceX, lo que puso a temblar a más de un ingeniero en la NASA.
Por si fuera poco, Elon publicó mensajes en su red X insinuando que Trump aparecía en archivos relacionados con Jeffrey Epstein para borrarlos después, pero el daño estaba hecho. Hoy ambos están oficialmente peleados, y eso, aunque parezca drama coreano, tiene consecuencias muy reales… en el espacio.

SpaceX y la NASA: ¿se rompe la alianza estelar?
Desde 2020, SpaceX ha sido el caballito de batalla de la NASA pues gracias a sus cohetes y cápsulas, EE. UU. volvió a lanzar astronautas desde suelo propio y se prepara para regresar a la Luna con la misión Artemis y sin SpaceX, todo eso está en la cuerda floja.
Si Trump realmente decide castigar a Musk bloqueando contratos, se pondrían en pausa misiones clave como Artemis III, que planea usar el supercohete Starship para llevar humanos al polo sur lunar, además de afectar el transporte regular a la Estación Espacial Internacional.
¿Puede la NASA reemplazar a SpaceX? A corto plazo, la respuesta es que no, pues aunque Blue Origin y Boeing tienen proyectos en marcha, ninguno está listo para tomar todo el relevo, por ejemplo Starliner apenas acaba de cumplir su primera misión tripulada, y Blue Moon —el módulo lunar de Bezos— está programado para 2029.
Sin SpaceX, la NASA enfrentaría retrasos, sobrecostos y posiblemente perdería liderazgo frente a otras potencias espaciales como China. Lo peor es que el sueño de pisar Marte podría irse al congelador por tiempo indefinido y todo por un pleito de vecindad de millonarios.
¿Pueden hacer las paces o ya fue?
A pesar del drama, hubo un intento de reconciliación cuando el inversionista Bill Ackman sugirió que hablaran como adultos, a lo que Elon respondió con un emoji de pulgar arriba, pero Trump fue claro: "No quiero volver a verlo". Así que la ruptura parece definitiva… por ahora.
Elon no se quedó quieto y publicó una encuesta en X para tantear la idea de fundar su propio partido político: "The America Party", pues al parecer, está cansado tanto de Trump como de los demócratas. La pregunta que ahora nos surge es ¿Lo veremos como candidato presidencial en 2028? No suena tan descabellado.

Por ahora, Musk ha reducido su presencia en política, pues ya no asesora a Trump, aunque sus empresas siguen trabajando con la NASA, pero en un ambiente más tenso que cápsula sin oxígeno, es muy probable que redirija sus esfuerzos a proyectos 100% privados, sin depender del gobierno.
Eso sí: si la NASA quiere seguir usando a SpaceX, más vale que alguien en la Casa Blanca mantenga la calma porque si Trump, desde la presidencia sigue con ganas de venganza, las misiones espaciales podrían ser las primeras víctimas del conflicto.
¿Y si buscamos ayuda… en otro país?
En caso de emergencia, la NASA podría apoyarse en otras empresas como Blue Origin o Axiom Space, pero lo cierto es que ninguna tiene aún la potencia de lanzamiento ni la experiencia orbital de SpaceX, al menos, no sin varios años de desarrollo adicional.
También podría recurrir a agencias internacionales como las de Japón, Europa o India que tienen capacidades valiosas, pero depender de otros países limita la autonomía estadounidense, además, en plena competencia con China, no suena muy estratégico depender de cohetes extranjeros para llegar a la Luna.
¿Y Roscosmos? La agencia rusa tiene experiencia, pero el ambiente político global es tan frío como el vacío espacial y aunque técnicamente se podría cooperar, hoy sería casi imposible justificarlo ante el Congreso de EE. UU. o sus aliados internacionales.
LA conclusión obvia es que necesitamos a SpaceX, ya sea por su tecnología o por su ventaja temporal, pues sigue siendo el jugador más importante del ajedrez espacial, así que crucemos los dedos para que esta pelea de titanes no acabe dejando a la humanidad varada en órbita.