3I/ATLAS no cumple con los criterios de una nave alienígena: científicos desmontan las especulaciones de Harvard

El cometa 3I/ATLAS, un visitante proveniente de otro sistema estelar, ha generado teorías extravagantes tras ser vinculado por un astrónomo de Harvard con una posible nave alienígena. Los expertos desmienten esa idea y explican su verdadero valor científico.

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Cola creciente del cometa interestelar 3I/ATLAS. Crédito: NOIRLAB - Europa Press

Las hipótesis espectaculares suelen propagarse más rápido que los hechos científicos, sobre todo cuando provienen de voces con renombre. Es lo que ocurrió con el cometa 3I/ATLAS, detectado en julio desde el observatorio del Sistema de Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides (ATLAS), en Río Hurtado, Chile. Desde entonces, las redes sociales se llenaron de especulaciones luego de que Avi Loeb, astrónomo de la Universidad de Harvard, insinuara que podría tratarse de una nave alienígena.

Para la comunidad científica, se trata de una idea sin fundamento. Según Michael Kueppers, astrofísico de la Agencia Espacial Europea (ESA), las observaciones no muestran nada que indique que el 3I/ATLAS sea otra cosa que un cometa interestelar.

Su composición química es inusual, sí, pero completamente explicable dentro de los modelos conocidos. “Si realmente pudiésemos encontrar otras civilizaciones, los cometas no serían la manera de hacerlo”, aclara el investigador.

El interés por el 3I/ATLAS radica en su origen: no se formó en nuestro sistema solar, sino en otro rincón de la galaxia. Los astrónomos lo identifican como un viajero interestelar, un fragmento de otro sistema planetario que, tras miles de millones de años en el espacio, atraviesa ahora nuestra vecindad cósmica.

Un cometa con huellas químicas únicas

Lo que más ha sorprendido a los expertos es su composición. A diferencia de los cometas del sistema solar —formados principalmente por agua helada, polvo y otros hielos—, el 3I/ATLAS muestra una proporción inusualmente alta de dióxido de carbono (CO₂).

Kueppers sugiere que esta característica podría indicar que se formó en un entorno mucho más frío que el de su sistema de origen, donde los elementos volátiles se condensan a temperaturas más bajas. También podría tratarse de un efecto causado por su largo viaje interestelar.

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Este diagrama proporcionado por NASA/JPL-Caltech muestra la trayectoria del cometa interestelar 3I/ATLAS a su paso por el sistema solar. Crédito: NASA/JPL-Caltech.

Otro rasgo llamativo es su abundancia de níquel metálico, un elemento poco común en este tipo de cuerpos. Aunque aún no se entiende del todo su presencia, los científicos creen que puede ofrecer pistas sobre la diversidad química de los sistemas planetarios más allá del Sol.

“Estos objetos nos permiten conocer de primera mano cómo son los sistemas estelares fuera del nuestro”, explica Kueppers. Y es que, a diferencia de las imágenes lejanas captadas por los telescopios, los cometas interestelares transportan material físico de mundos antiquísimos, posiblemente más viejos que nuestro propio sistema solar.

De la ciencia a la especulación

La hipótesis de Loeb, sin embargo, llevó el debate a otro terreno. El físico israelí-estadounidense planteó que el 3I/ATLAS podría realizar una maniobra de navegación artificial al acercarse al centro del sistema solar, e incluso liberar sondas hacia los planetas.

La astrónoma Elena Manjavacas, del Instituto de Ciencias del Telescopio Espacial (STScI) en Maryland, rechaza categóricamente esa interpretación. “Para que esa teoría tuviera sentido, deberían cumplirse demasiadas condiciones extraordinarias: que exista vida, que sea inteligente, que tenga tecnología espacial y que conozca la Tierra”, explica.

Según la científica española, la probabilidad de que todas esas circunstancias se alineen es prácticamente nula. En cambio, la explicación de que se trate de un cometa interestelar con rasgos peculiares es mucho más coherente con las evidencias disponibles. “Es muchísimo más probable que estemos viendo un cometa raro, no una nave extraterrestre”, afirma.

Loeb ya había protagonizado una controversia similar en 2017, cuando sostuvo que ‘Oumuamua, el primer objeto interestelar detectado, podría ser una “vela solar” alienígena. Su hipótesis fue duramente criticada por la comunidad científica, aunque generó gran atención mediática.

Ciencia frente al ruido mediático

La reciente campaña internacional de observación del 3I/ATLAS, impulsada por la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN), coincidió en el tiempo con las declaraciones de Loeb, lo que alimentó una ola de teorías conspirativas en redes. Algunas publicaciones incluso afirmaron, sin pruebas, que la NASA había activado un “protocolo de defensa planetaria”.

En realidad, la campaña —programada entre el 27 de noviembre y el 27 de enero— es una iniciativa científica rutinaria, destinada a mejorar los cálculos sobre la posición, velocidad y composición del cometa.

“Lo primero es escuchar a los científicos”, subraya Manjavacas. “Nos basamos en evidencias, no en deseos. La idea de una nave alienígena suena atractiva, pero es infinitamente improbable”.

Aun así, la astrónoma celebra el interés popular que genera el fenómeno: “Lo importante es que la astronomía sigue fascinando a la gente. No por los extraterrestres, sino porque nos ayuda a entender nuestro lugar en el universo”.