Científicos de la NASA mapean 'lunares cósmicos' en estrellas lejanas con ayuda de TESS y Kepler
Astrónomos de la NASA han creado un modelo innovador para mapear manchas estelares en estrellas lejanas usando datos de TESS y Kepler, revelando detalles ocultos que transforman la búsqueda de exoplanetas.

Las estrellas suelen mostrarse como esferas luminosas y uniformes, pero la realidad es mucho más compleja, pues muchas poseen regiones oscuras o manchas solares, que se distribuyen caprichosamente en su superficie. Estos “lunares cósmicos” guardan claves fundamentales para descifrar la dinámica interna y evolución estelar.
Un equipo de la NASA ha encontrado una forma novedosa de revelar estas marcas ocultas gracias a los telescopios espaciales TESS y Kepler, ambos diseñados para detectar exoplanetas, ahora también podemos conocer detalles inéditos de las estrellas anfitrionas.
La información se extrae de variaciones mínimas en su luz que suceden cuando un planeta cruza frente a su estrella, produciendo un descenso en el brillo. Si en esa trayectoria se encuentra con una mancha estelar, la curva de luz cambia de manera característica y al analizarla, se logra inferir su localización y contraste.
A esta técnica se le ha dado un nombre tan poético como ambicioso, StarryStarryProcess, y se trata de un modelo estadístico que abandona la idea de discos uniformes y permite reconstruir mapas más realistas. Así, las estrellas dejan de ser simples esferas brillantes y se convierten en superficies complejas, llenas de patrones, sombras y huellas dinámicas.

Este avance no es sólo una curiosidad astronómica ya que comprender la distribución de las manchas ayuda a corregir interpretaciones erróneas en la búsqueda de exoplanetas y nos ayuda a diferenciar entre señales causadas por la actividad estelar y aquellas que provienen realmente de un planeta.
El planeta que reveló los secretos de su estrella
Para probar la eficacia del método, los investigadores aplicaron el modelo a un caso particular, el exoplaneta TOI 3884 b, descubierto por TESS en 2022. Este mundo gaseoso, cinco veces mayor que la Tierra y treinta veces más masivo, se encuentra a 141 años luz, en la constelación de Virgo.
Durante sus tránsitos, cruza regiones que revelan concentraciones poco comunes de manchas en la superficie de su estrella. En lugar de distribuirse de manera aleatoria, aparecen reunidas principalmente cerca del polo norte estelar, que curiosamente está orientado hacia la Tierra, lo que facilitó su detección.
Los resultados sorprendieron porque no todas las estrellas muestran estas configuraciones polares. Al comparar los datos, se concluyó que los “lunares cósmicos” del sistema TOI 3884 no son simples manchas superficiales, sino manifestaciones de procesos magnéticos que siguen patrones aún no comprendidos.
De esta manera, un planeta distante se convirtió en la clave para descifrar los secretos magnéticos de su estrella al ocultar y descubrir manchas durante sus tránsitos. Es así como TOI 3884 b actúa como un explorador involuntario, trazando un mapa estelar que antes estaba fuera del alcance de nuestra vista.
Implicaciones para la astrobiología
Saber cómo se distribuyen las manchas en una estrella no es un detalle menor. Según Brett Morris, del Space Telescope Science Institute, la actividad estelar puede confundirse con la presencia de agua o moléculas biológicas en la atmósfera del planeta y separar ambas señales es imprescindible para no caer en falsas detecciones.
La precisión en este campo se volverá aún más importante con las próximas misiones enfocadas en el estudio atmosférico entre las que destaca Pandora, diseñada para observar simultáneamente la luz visible y el infrarrojo y será posible distinguir con mayor claridad qué parte de la señal corresponde a la estrella y cuál pertenece al planeta.

El StarryStarryProcess se convertirá en un aliado central de Pandora y su capacidad para modelar manchas estelares permitirá filtrar mejor el “ruido” y así analizar de manera más limpia las atmósferas exoplanetarias.
Esto último nos acerca un paso más la posibilidad de identificar mundos con condiciones compatibles con la vida. Es así que el mapa de los “lunares cósmicos” no es solo una curiosidad estética, sino una herramienta científica clave.
Un futuro brillante para el mapeo estelar
Aunque por ahora el método se basa únicamente en datos de luz visible, los investigadores confían en que la combinación con información infrarroja lo hará todavía más poderoso cuando entre en juego el James Webb, pues su nivel de detalle permitirá probar el modelo en un rango más amplio de frecuencias.
El reto está en integrar múltiples fuentes de información:
- Curvas de luz de misiones como TESS y Kepler,
- Observaciones infrarrojas del Webb y
- Futuras mediciones de Pandora.
Juntas, estas piezas formarán un rompecabezas mucho más completo de la actividad estelar y de las atmósferas planetarias.
En el fondo, lo que se busca es distinguir con certeza qué mundos tienen las condiciones adecuadas para albergar vida y para ello necesitamos conocer tanto a los planetas como a las estrellas que los iluminan, con sus manchas, ciclos magnéticos y variaciones luminosas.
Así, el descubrimiento de estos “lunares cósmicos” abre una ventana inesperada, de simples puntos oscuros en estrellas lejanas a faros de información, capaces de guiarnos en la exploración de mundos que, quizá, algún día puedan ser habitables.