La teoría popular sobre el destino de nuestra galaxia podría ser errónea, afirman los astrónomos
Los astrónomos han anticipado desde 1912 una colisión entre nuestra galaxia, la Vía Láctea, y su vecina más grande, la galaxia de Andrómeda, que se espera que ocurra dentro de unos 4.500 millones de años.

A primera vista, parece probable que el dúo galáctico, separado por unos 2,5 millones de años luz, esté en una trayectoria de colisión inevitable. La Vía Láctea y Andrómeda se precipitan una hacia la otra a unos 360.000 km/h (100 km/s).
Sin embargo, el Grupo Local, o nuestro rincón del universo, incluye 100 galaxias conocidas más pequeñas. Un equipo de astrónomos consideró algunas de las más grandes, incluyendo la Gran Nube de Magallanes (LMC) y M33, o la galaxia del Triángulo, para ver qué papel podrían desempeñar en el futuro de nuestra galaxia durante los próximos 10.000 millones de años.
La probabilidad de una colisión entre estas dos galaxias podría alcanzar el 50%
Tras considerar la atracción gravitatoria de las galaxias del Grupo Local y realizar 100.000 simulaciones con nuevos datos de los telescopios espaciales Hubble y Gaia, el equipo descubrió que existe una probabilidad de aproximadamente el 50% de una colisión entre la Vía Láctea y Andrómeda en los próximos 10.000 millones de años. Según un nuevo estudio, solo existe un 2% de probabilidad de que las galaxias colisionen en 4.000 a 5.000 millones de años, como se creía anteriormente.

Se sabe que las colisiones entre otras galaxias crean "fuegos artificiales cósmicos, ya que el gas empujado hacia el centro del remanente de fusión alimenta un agujero negro central que emite enormes cantidades de radiación antes de caer irrevocablemente en el agujero", afirmó Carlos Frenk, coautor del estudio y profesor de la Universidad de Durham (Inglaterra).
Sin embargo, existen muchas incógnitas que dificultan predecir el destino final de nuestra galaxia, según los autores del estudio. Frenk advierte que la Vía Láctea tiene una mayor probabilidad de colisionar con la LMC en un plazo de 2.000 millones de años, lo que podría alterar radicalmente nuestra galaxia.
Simulación de choques de galaxias
La LMC orbita la Vía Láctea, mientras que M33 es un satélite de Andrómeda. La masa de la LMC es solo un 15% menor que la de la Vía Láctea. Sin embargo, el equipo descubrió que la galaxia satélite ejerce una atracción gravitatoria, perpendicular a Andrómeda, que modifica el movimiento de la Vía Láctea lo suficiente como para reducir la probabilidad de una fusión entre las dos galaxias gigantes. El caso de M33 es similar.
Dr. Till Sawala, autor principal del estudio y astrónomo de la Universidad de Helsinki (Finlandia).
Investigaciones anteriores también han asumido valores más probables para incógnitas, como las incertidumbres en las posiciones, movimientos y masas actuales de las galaxias del Grupo Local. En el nuevo estudio, el equipo tuvo en cuenta 22 variables diferentes, incluyendo estas incógnitas, que podrían contribuir a una colisión.
En poco más de la mitad de las simulaciones que predijeron lo que podría ocurrir dentro de 8 a 10 mil millones de años, las galaxias Vía Láctea y Andrómeda pasaron inicialmente relativamente cerca una de la otra antes de orbitar entre sí y perder suficiente energía orbital para colisionar y fusionarse en una sola galaxia. Estos encuentros iniciales entre los halos de cada galaxia (una gran capa de gas) finalmente provocarían una colisión.

En las otras simulaciones, las dos galaxias se cruzaron sin perturbarse mutuamente. Geraint Lewis, profesor de astrofísica del Instituto de Astronomía de la Universidad de Sídney, considera intrigantes los resultados que muestran la influencia gravitacional de M33 y la LMC.
Pronosticar el futuro cósmico
Si bien es importante incluir los efectos gravitacionales de la LMC en la Vía Láctea, tener en cuenta las incertidumbres es el aspecto más importante del nuevo estudio, afirmó Scott Lucchini, investigador postdoctoral del Instituto de Teoría y Computación del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica.
Las galaxias son muy complejas. Sus formas pueden distorsionarse, las interacciones pueden alterar sus órbitas y pueden perder masa de diversas maneras. Estas complejidades dificultan las predicciones, afirmó Lucchini.
Esto deja el destino de la Vía Láctea "completamente abierto", escribieron los autores del estudio en el nuevo artículo. Sin embargo, más datos del telescopio espacial Gaia, que serán recopilados en 2026, proporcionarán mediciones que aclararán algunas de las incertidumbres sobre la velocidad y la dirección en que Andrómeda se mueve en el cielo, afirmó Sawala.
El destino de la Tierra
El destino del Sol podría tener un mayor impacto en el futuro de la Tierra que el movimiento de las galaxias, según los investigadores. Nuestro Sol tiene 4.500 millones de años. Cuando comience a morir dentro de 5.000 millones de años, se convertirá en una gigante roja que engullirá a Mercurio, Venus y, potencialmente, a la Tierra, según la NASA.
Aunque el equipo no modeló en detalle la fusión entre la LMC y la Vía Láctea, encontraron una "casi certeza" de que se producirá una fusión entre ambas galaxias en los próximos 2.000 millones de años, lo cual concuerda con estudios previos, afirmó Sawala. Sin embargo, los efectos probablemente serán menores que los de una fusión entre la Vía Láctea y Andrómeda.
Referencias de la noticia
- Till Sawala, Jehanne Delhomelle, Alis J. Deason, Carlos S. Frenk, Jenni Häkkinen, Peter H. Johansson, Atte Keitaanranta, Alexander Rawlings & Ruby Wright. No certainty of a Milky Way–Andromeda collision. Nature Astronomy (2025).