¿Nubes cósmicas o ciudades estelares? Descubre las distinciones entre nebulosas y galaxias
Las nebulosas son nubes donde nacen o mueren estrellas; las galaxias, enormes estructuras que las contienen, exploramos sus diferencias, ejemplos asombrosos y los telescopios que las estudian.

Las nebulosas son nubes gigantes de gas y polvo, visibles en el cosmos por su belleza y su papel clave en el ciclo de vida estelar pues se forman cuando una estrella muere o son el medio para que nazca una nueva. Así, la muerte y el nacimiento estelar quedan envueltos en estos mágicos paisajes cósmicos.
No todas las nebulosas brillan por sí mismas, mientras que algunas reflejan la luz de estrellas cercanas, como los faros en la niebla y se conocen como nebulosas de reflexión, otras, son de emisión y brillan gracias a la energía que absorben de estrellas cercanas, al igual que un letrero de neón iluminado por dentro.
También existen las nebulosas oscuras en donde el polvo es tan denso que bloquea la luz visible y aunque parezcan huecos en el espacio, en realidad esconden procesos de formación estelar detrás de sus velos opacos, estas regiones se estudian en luz infrarroja o de rayos X.
Gracias a telescopios como Hubble, Chandra, Webb y Spitzer, los científicos observan las nebulosas en múltiples longitudes de onda, encontrando materiales exóticos, estrellas ocultas y estructuras que antes eran invisibles donde cada una aporta una pieza al rompecabezas cósmico.

Cómo nacen y mueren las estrellas en las nebulosas
Las nebulosas estelares son cunas donde nacen estrellas, en estos viveros cósmicos, la gravedad agrupa gas y polvo hasta formar un núcleo caliente que enciende la fusión nuclear en la que nace una estrella, como nuestro Sol, que surgió de una nebulosa hace 4,500 millones de años.
Ese proceso no es rápido, puede tomar más de un millón de años hasta que la estrella “madure” y brille durante miles de millones de años para, posteriormente, dependiendo de su masa, ya sea que termine como una enana blanca, una estrella de neutrones o incluso un agujero negro.
Cuando una estrella como el Sol muere, se convierte en una gigante roja y expulsa sus capas exteriores, creando una nebulosa planetaria. A pesar del nombre, estas no tienen relación con los planetas; los primeros astrónomos las llamaron así porque parecían discos planetarios.
En el centro de la nebulosa planetaria queda una enana blanca, que se enfría lentamente durante eones, hasta ahora, no hemos encontrado ninguna que haya alcanzado la temperatura mínima posible: el universo no ha vivido el tiempo suficiente, por lo que observar nebulosas permite entender el futuro de nuestro propio Sol.
De la Helix a Orión: joyas entre las estrellas
La nebulosa de la Hélice, a 650 años luz de distancia, es una de las más cercanas a la Tierra, es una nebulosa planetaria de unos seis años luz de diámetro y en su centro brilla una enana blanca, último vestigio de la estrella que la formó.
Otra famosa entre las nebulosas es la de Orión (M42), un impresionante vivero estelar visible incluso a simple vista, se encuentra en nuestra galaxia y es cuatro veces más grande que la Helix, su aspecto difuso se debe a la distribución irregular del gas, sin bordes bien definidos.

Orión alberga cientos de estrellas recién nacidas, tal vez esta sea una de las razones de ser uno de los objetos más fotografiados del cielo nocturno por lo que observarla es como ver una incubadora cósmica llena de futuras estrellas, planetas y satélites, incluso hay estudios que dicen que el Sol proviene de esa región.
Las nebulosas, al ser pequeñas en escala astronómica (de decenas a cientos de años luz), forman parte de estructuras mucho más grandes: las galaxias. Para comprender su lugar en el universo, hay que observar el cuadro completo donde habitan.
Galaxias: ciudades cósmicas que lo contienen todo
Una galaxia es una enorme colección de estrellas, polvo, gas, planetas y materia oscura, su tamaño puede alcanzar cientos de miles de años luz. Nuestra casa galáctica, la Vía Láctea, es una espiral barrada que contiene al menos 100 mil millones de estrellas.
Como estamos dentro de ella, no podemos fotografiarla completa, pero sí observamos su arco en el cielo nocturno, sabemos que en su centro hay un agujero negro supermasivo y repartidas en su espiral hay nebulosas como la de Orión y la Helix, así como miles de otras joyas estelares.
Otras galaxias fascinantes son la Galaxia del Remolino (M51) y la de Bode (M81). La primera, a 23 millones de años luz, está fusionándose con una galaxia compañera mientras que la segunda, con 250 mil millones de estrellas, tiene un agujero negro con 70 millones de veces la masa del Sol.
Debido a su lejanía, antiguamente se creía que también eran nebulosas, pues al observarlas en el cielo nocturno, ya sea a simple vista o con telescopios, parecían manchitas que asemejaban a las nebulosas conocidas. Ahora conocemos la diferencia y explorarlas nos permite entender mejor la evolución del universo y nuestro lugar dentro de él.