Un tercio de los alimentos producidos en la Tierra se desperdicia antes de llegar a la mesa, según un nuevo estudio
El análisis revela que más de 18 millones de kilómetros cuadrados de tierra se usan para producir alimentos que se terminan tirando a la basura, y advierte sobre los graves impactos ambientales y sociales.

Más de un tercio de la producción alimentaria del planeta nunca llega a ser consumida. Cada año, la producción que se cultiva en millones de hectáreas se pierde o se desperdicia durante la cosecha, el transporte, los mercados y los hogares. Esto significa que la humanidad está desaprovechando recursos valiosos como la tierra, el agua y la energía, y generando graves impactos ambientales y económicos.
Según los autores -un grupo de 21 expertos internacionales-, más de un tercio de la superficie utilizada para cultivos y pastos se desaprovecha. De este tercio, aproximadamente el 14 % se pierde durante la cosecha y otro 19 % en mercados y hogares. Esto equivale a 18,6 millones de kilómetros cuadrados de tierra cultivable –una superficie más grande que el territorio de Rusia- y pérdidas económicas de miles de millones de dólares.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores analizaron datos globales sobre la superficie destinada a cultivos y pastos, la producción de alimentos y los niveles de desperdicio en diferentes etapas de la cadena alimentaria.
Complementaron esta información con modelos de impacto ambiental y económico, considerando tanto la degradación del suelo como la huella hídrica y de carbono de la producción perdida.
Comida que se pudre o se vence: se tira
En los estudios sobre pérdida y desperdicio de alimentos se considera “antes de ser consumido” a los alimentos que no llegan a ser ingeridos, incluso si ya salieron del campo o del mercado. Por ejemplo, la pérdida en producción y logística, son los alimentos que se pudren o desechan antes de llegar al supermercado.

El desperdicio en mercados y hogares son los alimentos que compramos pero no comemos, que se tiran por caducidad, por mal almacenamiento o simplemente por exceso de compra.
En ambos casos, el alimento nunca es consumido, aunque en la segunda categoría sí estuvo físicamente disponible en los hogares. Por eso se dice “antes de ser consumida” o “antes de llegar al consumidor final”, ya que incluye todo lo que se produce para comer, pero termina siendo desechado.
Consecuencias sociales y ambientales
La producción de alimentos contribuye directamente al cambio climático. "Las prácticas agrícolas modernas, la deforestación y la sobreexplotación están degradando el suelo, contaminando el agua y destruyendo ecosistemas vitales. La producción de alimentos por sí sola genera casi el 21 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero", señalan los autores.
El informe subraya que la degradación de la tierra tiene implicancias directas en la seguridad alimentaria, la migración forzada y los conflictos por recursos. “Las regiones que dependen de la agricultura para su sustento son muy vulnerables, especialmente los pequeños agricultores que alimentan a gran parte del mundo. Estas presiones pueden desestabilizar regiones enteras y agravar los riesgos globales”, afirman.

El documento recuerda que la mayor parte de la producción mundial proviene de pequeñas explotaciones familiares: 608 millones de granjas en total, el 90 % con menos de dos hectáreas. Por eso, trasladar subsidios a productores sostenibles, implementar etiquetado ambiental y aplicar incentivos fiscales son herramientas clave para fomentar una producción responsable y reducir el desperdicio.
Soluciones: un llamado a la acción
Los expertos proponen un plan ambicioso pero alcanzable para restaurar la salud de la tierra: recuperar el 30 % de las tierras degradadas para 2030 y el 50 % para 2050. Según sostienen, reducir el desperdicio de alimentos en un 75 % permitiría salvar aproximadamente 13,4 millones de kilómetros cuadrados de tierra cultivable.
Entre las medidas que proponen incluyen evitar la sobreproducción, fomentar donaciones y ventas con descuento, fortalecer campañas educativas para reducir el desperdicio doméstico y mejorar el almacenamiento y transporte en pequeños productores de países en desarrollo.

La transición hacia dietas más sostenibles también se propone como solución. La carne roja producida de manera insostenible consume enormes cantidades de tierra, agua y alimento para el ganado, y genera emisiones importantes de gases de efecto invernadero.
Sustituir parte de esta dieta por productos del mar, como algas y mariscos, podría liberar hasta 17,5 millones de kilómetros cuadrados de tierra que actualmente se utiliza para pastos y piensos, y contribuir a capturar carbono atmosférico.
El estudio deja en claro que la crisis del desperdicio de alimentos no es solo un problema de recursos, sino también un desafío ambiental, económico y social. Cada decisión sobre cómo producimos, consumimos y gestionamos los alimentos afecta directamente al planeta. Según los expertos, actuar ahora es imprescindible para garantizar un futuro sostenible.
Referencia de la noticia
Advanced food waste quantification at municipal level to strengthen the assessment of prevention actions. Sci Rep 15, 29535 (2025). Olano-Oteiza, B.U., Amador-Cervera, M., Vargas-Viedma, M.V. et al.