El turismo está llevando las conchas marinas a la extinción: los expertos explican cómo

Millones de manos se llevan recuerdos que el mar aún necesita. Cada souvenir recolectado deja un vacío en nuestras playas. Lo que pareciera inofensivo se vuelve pérdida acumulada.

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El turismo y las limpiezas mecánicas de playas eliminan millones de conchas cada año. Imagen de Krysten Merriman de Pixabay.

Mientras el olor salado inunda sus fosas nasales, y el calor del Sol le acaricia el rostro, alguien camina por la orilla. Entre los finos granos de arena, algo brilla. Una pequeña concha llama su atención, se agacha y la recoge. Será un lindo recuerdo de vacaciones ¿cierto? Este es un simple acto que se repite millones de veces en todo el mundo.

En 2024, de los 1 450 millones de turistas internacionales a nivel global, un 50- 60 % realizó turismo de playa. Supongamos que solo 1 de cada 10 (10 %), recogió 1 o 2 conchas (muy conservador comparado con estudios de campo que reportan más). Con estas cifras, en 2024, el turismo internacional global podría haber supuesto (mínimo) la pérdida de entre 73 y 174 millones de conchas marinas.

Sumemos ahora a estos cientos de millones los turistas nacionales, que representan un volumen mucho mayor, potencialmente 3 veces el número de turistas internacionales. ¿Cuánto representaría esto en pérdidas de conchas? Si ajustamos las proporciones, podríamos elevar la estimación combinada de conchas retiradas más allá de los cientos de millones anuales.

¿El problema? No solo deja un vacío en la arena, también lo deja en todo un ecosistema. Lo que se reconoce como un ritual típico de verano, un acto inocente, va teniendo un impacto cada vez más mayor. Miles de millones de personas, al visitar las playas cada año, a menudo se llevan cubetas enteras y, con el tiempo, la mayoría de esas conchas terminan en la basura.

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La acumulación de fragmentos de conchas ayuda a estabilizar las playas, reduciendo la erosión provocada por las olas. Imagen de Julia Roman de Pixabay.

El crecimiento turístico es vertiginoso y genera enormes beneficios económicos, pero, sin control, va acompañado de una pérdida silenciosa. A la vez que el turismo se multiplica, la disponibilidad de conchas se desploma. Lo que hoy parece un simple “souvenir”, mañana puede traducirse en ecosistemas más pobres, playas más erosionadas y especies sin refugio.

La vida secreta de las conchas

Pareciera que las conchas y caracoles que reposan en la arena son simples restos del mar, un adorno efímero que la marea deja al retirarse. Pero son mucho más que eso. Son piezas clave en un engranaje natural que mantiene vivas y estables las playas.

Para empezar, son una oportunidad única de refugio y supervivencia para muchos seres marinos. Las conchas y caracoles vacíos son viviendas potenciales para cangrejos ermitaños, microalgas, esponjas y otros organismos.

Además, juegan un rol fundamental en la estabilidad física de las playas. Sus fragmentos se mezclan con la arena y ayudan a reforzar la costa frente a la erosión. Aunque pequeñas, ayudan a mantener la arena en su lugar y evitan el arrastre por la marea, ayudando a que las playas mantengas su forma y firmeza.

Un estudio en Florida mostró que la remoción masiva de conchas y la limpieza mecánica de playas aceleran la pérdida de arena y reducen la protección natural contra tormentas. Lo mismo ocurre en el Mediterráneo, donde la disminución del 60–70 % de conchas en playas turísticas coincide con una mayor vulnerabilidad del litoral.

Al descomponerse, las conchas liberan carbonato de calcio, crucial para mantener el pH de la arena y favorecer la formación de nuevas estructuras coralinas. Además, modifica el pH del océano, ayuda a reciclar calcio y otros elementos al mar y contribuye al mantenimiento de los ciclos vitales dentro del agua, incluida la generación de nuevas caracolas.

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En la playa Llarga (Cataluña, España), entre 1978–1981 y 2008–2010, las conchas disminuyeron en más del 60 %. Imagen adaptada de Kowalewski et al. (2014).

La desaparición de estas estructuras pone en riesgo un equilibrio ecosistémico frágil. Y nos deja especies sin refugio, playas más erosionadas y ecosistemas menos resilientes frente al cambio climático.

Hacia un turismo con conciencia

Aunque los científicos vienen alertando desde hace años esta problemática, ya son visibles e inevitables los efectos de la actividad humana en las playas. Pero aún podemos minimizar el impacto. ¿Cómo podría lograrse? Por medio de la educación ambiental, esa es la tarea de orden. Desde hace décadas, esto, además, está técnicamente prohibido en varios lugares.

En 2024, el turismo internacional global podría haber supuesto (mínimo) la pérdida de entre 73 y 174 millones de conchas marinas.

En España, la Ley de Costas establece que arena, piedras, conchas y fósiles son bienes de dominio público y su extracción sin permiso es ilegal. En el Reino Unido, el Coast Protection Act 1949 regula la recolección en playas, y en Sanibel Island (Florida) desde 1995 está prohibido recoger conchas con organismos vivos, así como equinodermos y otras especies marinas.

En México, no está permitido llevarse conchas ni caracoles de las Áreas Naturales Protegidas (ANP). Fuera de ellas, en la Zona Federal Marítimo-Terrestre (ZOFEMAT), cualquier aprovechamiento de materiales de playa requiere permiso o concesión. Además, para especies emblemáticas y vulnerables como el caracol rosado, existen vedas y regulaciones pesqueras específicas.

Disfrutar de vacaciones en una playa y cuidar de ella, no deberían ser mutuamente excluyentes. La experiencia no será de menor calidad si dejamos la conchita en su lugar. No llevaremos el recuerdo físico, pero nos queda una conexión más profunda y respetuosa con la naturaleza. Aprendamos a valorar y cuidar realmente a nuestras costas.

Referencias de la noticia

Las conchas marinas no son un ‘souvenir’: los científicos explican por qué es mejor dejarlas en la playa. 7 de agosto de 2025. Facundo Macchi. Nota periodística en El País.

Vanishing Clams on an Iberian Beach: Local Consequences and Global Implications of Accelerating Loss of Shells to Tourism. 8 de enero de 2014. Michał Kowalewski, Rosa Domènech y Jordi Martinell. Revista Plos One.