Los veranos se alargan y los inviernos se acortan: qué está pasando con las estaciones y cómo nos afecta

El calentamiento global está transformando las estaciones, extendiendo el verano 20 días en algunas regiones de Europa, y afectando la vida en el planeta. Descubre cómo nos impacta.

cambios migraciones
Los cambios en la duración de las estaciones, impulsados por el cambio climático, afectan drásticamente las migraciones de las aves, causando desajustes entre sus ciclos biológicos y los de sus fuentes de alimento, y obligándolas a modificar sus rutas y tiempos migratorios para sobrevivir.

Las estaciones del año, esas etapas que marcan el ritmo de la naturaleza, están cambiando. El verano que disfrutamos con helados y días largos ahora dura más, ¡hasta 20 días extra según estudios recientes! Pero no es solo una buena noticia para el "Team Verano": este cambio, impulsado por el calentamiento global, está desbalanceando los ciclos naturales que sostienen la vida en la Tierra.

Piénsalo como si la Tierra fuera una orquesta: las estaciones son los instrumentos que tocan en armonía para mantener el equilibrio de los ecosistemas. Cuando el verano se alarga, es como si un tambor sonara más fuerte y por más tiempo, desajustando la melodía.

A continuación, exploraremos por qué las estaciones están perdiendo su ritmo, cómo afecta esto a los seres vivos y qué podemos esperar en el futuro.

¿Por qué se alarga el verano?

El calentamiento global, causado principalmente por la quema de combustibles fósiles como el petróleo y el carbón, está elevando la temperatura del planeta. Desde la Revolución Industrial, la Tierra ha subido 1.3 °C en promedio, y en 2024 se superó por primera vez el umbral crítico de 1.5 °C respecto a niveles preindustriales.

Veranos mas largos
Los veranos más largos harán que ciertas actividades al aire libre, tengan restricciones por una mayor exposición a las altas temperaturas

Este aumento de temperatura está alterando los patrones climáticos, haciendo que el verano se extienda y las estaciones de transición, como la primavera y el otoño, se acorten. Es como si el termostato de la Tierra estuviera descompuesto, dejando el calor encendido más tiempo del debido.

Esto se debe a que el calor acumulado en la atmósfera, impulsado por gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono (CO2), retrasa el enfriamiento típico del otoño y adelanta el calor primaveral.

Investigadores españoles hallaron que el verano ahora dura hasta 20 días más en el sur de Europa desde el año 1950 y este aumento se debe a un fenómeno climatológico, conocido como oscilación multidecadal del Atlántico (AMO), que amplifica este efecto pero el cambio climático es el principal culpable. El resultado: un verano que no quiere despedirse.

Impacto en la vida: especies y humanos en riesgo

Un verano más largo no solo significa más días de playa; trastoca los ciclos vitales de plantas y animales. Por ejemplo, las aves migratorias, como las golondrinas, dependen de las estaciones para saber cuándo viajar en busca de alimento.

Si la primavera llega antes o el otoño se retrasa, pueden llegar a destinos donde las frutas o insectos ya no están disponibles. Es como llegar a una fiesta cuando la comida ya se acabó: el desajuste puede ser mortal para estas especies.

Los humanos también sentimos el impacto. Un verano prolongado aumenta las olas de calor, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) han elevado un 70 % las muertes relacionadas con el calor en personas mayores en las últimas dos décadas.

Además, la agricultura sufre: cultivos como el maíz o el trigo, que necesitan un equilibrio entre calor y lluvias, enfrentan sequías más largas o floraciones fuera de tiempo, afectando la seguridad alimentaria. En regiones vulnerables, como América Latina, estos cambios agravan la pobreza y generan desplazamientos, creando "refugiados climáticos".

El futuro en nuestras manos

El alargamiento del verano es solo un síntoma de un problema mayor: el cambio climático está reescribiendo las reglas de la naturaleza. Ecosistemas enteros, desde los bosques tropicales hasta los arrecifes de coral, están en riesgo.

Estudios predicen que, si el calentamiento sigue, hasta un 25 % de las especies podrían desaparecer en las próximas décadas. La biodiversidad, que actúa como el pegamento que une los ecosistemas, se debilita, afectando desde la polinización de cultivos hasta la estabilidad de las cadenas alimenticias.

Aún hay esperanza. Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, proteger los bosques y adoptar prácticas sostenibles, como el uso de energías renovables, puede frenar este desajuste. Cada acción cuenta: desde usar menos el coche hasta apoyar políticas climáticas. Es como ajustar el termostato de la Tierra para que la orquesta de las estaciones vuelva a tocar en armonía.

En resumen, el alargamiento del verano nos alerta sobre la urgencia de actuar contra el cambio climático. No solo está en juego nuestra comodidad, sino la supervivencia de innumerables especies y el equilibrio de nuestro planeta. Proteger la duración de las estaciones es proteger la vida misma, y depende de nosotros empezar hoy.

Referencia de la noticia

Peña-Ortiz, C., D. Barriopedro, and R. García-Herrera, 2015: Multidecadal Variability of the Summer Length in Europe. Journal of Climate, 28, 5375–5388