Una muralla de agua: la ola del tamaño de un edificio de cuatro pisos que en 2020 desafió toda explicación científica
En noviembre de 2020 se registró una ola de casi 18 metros de altura, un fenómeno tan raro que se estima ocurre solo una vez cada 1300 años. Este descubrimiento marca un hito en el estudio de las olas gigantes.

En noviembre de 2020, una ola gigante surgió de la nada frente a las costas de Ucluelet, en la isla de Vancouver, Canadá. Una boya de investigación, operada por el instituto MarineLabs, detectó el evento: una masa de agua que se elevó a 17,6 metros sobre el nivel del mar, el equivalente a un edificio de cuatro pisos.
Según Johannes Gemmrich, físico de la Universidad de Victoria, “proporcionalmente, la onda de Ucluelet es probablemente la ola gigante más extrema jamás registrada”. Hasta ahora, apenas se habían observado unas pocas olas de este tipo en alta mar, y ninguna de esta magnitud relativa.
Del mito a la ciencia
Durante siglos, las olas gigantes pertenecieron más al folclore que a la ciencia. Relatos de marineros hablaban de enormes paredes de agua capaces de hacer desaparecer embarcaciones enteras, pero la falta de evidencia concreta mantenía estos relatos en el terreno de los mitos.
Todo cambió en 1995, cuando la plataforma petrolera Draupner, ubicada a unos 160 kilómetros de la costa de Noruega, fue golpeada por una ola de casi 26 metros de altura. Aquel evento, conocido como la “onda de Draupner”, fue el primer registro científico de una ola gigante, y revolucionó el estudio oceanográfico. Desde entonces, se han documentado docenas de eventos similares, incluso en lagos interiores.

Si bien la que apareció cerca de Ucluelet no fue la más alta, su tamaño relativo en comparación con las olas que la rodeaban no tenía precedentes.
Peligros ocultos en alta mar
Aunque estas olas pueden surgir lejos de la costa, representan un peligro real para las operaciones marinas, las plataformas petroleras, los parques eólicos offshore e incluso para las comunidades costeras si se acercan lo suficiente.
La boya que capturó la ola de Ucluelet forma parte de un sistema de monitoreo desplegado por MarineLabs para estudiar mejor las amenazas marítimas. “Nuestro objetivo es mejorar la seguridad y la toma de decisiones para las operaciones marinas y las comunidades costeras, a partir de la medición generalizada de las costas del mundo”, explicó Scott Beatty, director ejecutivo de MarineLabs.
Eventos históricos sugieren que algunas desapariciones misteriosas de barcos en la década de 1970 podrían haber sido causadas por olas gigantes no registradas. En muchos casos, los restos encontrados mostraban señales consistentes con impactos de masas de agua colosales.
Un futuro incierto
El cambio climático también podría jugar un rol en la frecuencia de estas olas monstruosas. Un estudio de 2020 advierte que las alturas de las olas en el Pacífico Norte podrían aumentar, lo que sugiere que fenómenos como el de Ucluelet podrían volverse más comunes de lo que hoy se predice.
Mientras tanto, el registro de la ola de Ucluelet no solo representa un avance científico, sino también un llamado a redoblar esfuerzos en la vigilancia y protección de las costas y mares del mundo.
Referencia de la noticia:
Gemmrich, J., Cicon, L. Generation mechanism and prediction of an observed extreme rogue wave. Sci Rep 12, 1718 (2022). https://doi.org/10.1038/s41598-022-05671-4