Cómo evitar que tu cactus se pudra: consejos esenciales para prevenir enfermedades

Cuidar un cactus puede parecer fácil, pero hay un detalle que muchas veces pasamos por alto y termina arruinándolo todo. Estas especies de planta puede ser tan nobles como traicioneras.

Existen especies de cactus que pueden vivir perfectamente hasta un mes sin recibir una sola gota de agua.

Los cactus son de esas plantas que parecen resistirlo todo. Son fuertes, no necesitan mucha agua y además de todo decoran cualquier rincón. Por eso mucha gente cree que no hay forma de que se mueran. Pero no es tan simple, que sean resistentes no significa que sean invencibles.

De hecho, uno de los errores más comunes es pensar que no pasa nada si los riegas de más. Ese pensamiento ha mandado al cielo de las plantas a miles de cactus. La pudrición, sobre todo en las raíces, es uno de los males más frecuentes en estas plantas y lo peor es que muchas veces no nos damos cuenta hasta que ya es muy tarde.

Pero no todo está perdido, si entendemos bien qué les hace daño y cómo cuidarlos sin caer en los errores típicos de principiante, podemos tener cactus sanos por muchos años. El truco está en prevenir antes que pensar en en curar, y eso empieza con lo básico: saber cómo funciona su naturaleza.

La mayoría de los cactus florecen únicamente cuando alcanzan la madurez total, la cual en ocasiones puede tardar años.

Porque sí, aunque parezca que solo están para decorar y no exigen mucho exigir mucho, los cactus tienen ciertas reglas. No son complicadas, pero hay que conocerlas. Lo bueno es que una vez que entiendes lo que necesitan, son especies muy agradecidas.

El enemigo silencioso: el exceso de agua y el mal sustrato

La causa número uno de pudrición es que siempre regamos de más y esa especie de sobre cuidado es letal para los cactus. Aunque suene duro, es mejor olvidarse de regarlos por una semana que hacerlo cuando aún tienen humedad. Los cactus están hechos para vivir en lugares donde llueve poco, así que no necesitan agua cada tercer día.

Cuando el sustrato está húmedo por mucho tiempo, empiezan a desarrollarse hongos y bacterias. Y si eso llega a las raíces, comienza el desastre.

El cactus se ve bien por fuera, pero por dentro ya se está pudriendo. Muchas veces huele feo o empieza a ponerse blando justo en la base. Ahí ya vamos tarde. Por eso, lo mejor es tocar la tierra antes de regar. Si está seca hasta abajo, entonces sí, riega. Si no, espera.

E importante no dejar agua estancada bajo la maceta. Nada de platitos con agua, eso solo mantiene la humedad y acelera la pudrición. Si ya regaste y ves agua saliendo, déjala escurrir el tiempo que necesite. Recuerda que regar bien no es regar mucho, es regar cuando es necesario.

Otro error común es usar tierra normal de jardín o la misma que usas para otras plantas. Los cactus necesitan un sustrato especial. Lo principal es que drene muy bien y no se compacte. Una mezcla buena lleva tierra para cactus, pero también perlita, arena gruesa o piedra pómez.

Una buena mezcla hace que el agua baje rápido y no se quede estancada, empapando las raíces. Además, ayuda a que haya oxígeno en la zona radicular y eso, en cactus, es vida. También importa la maceta que usas. Lo mejor son las de barro o cerámica sin barniz, porque permite que el materia “respire”.

Cuando compres un cactus nuevo, no tengas miedo de trasplantarlo si ves que la tierra está muy apelmazada o si viene en maceta sin drenaje. Solo espera unos días después del trasplante para regar, y no lo hagas si los días son demasiado fríos o húmedos.

Sol, aire y espacio personal

Los cactus son amantes del sol, necesitan luz para vivir bien y si los tienes en un lugar oscuro, lo más probable es que se debiliten y se vuelvan más propensos a enfermarse. Un cactus sano necesita entre 4 y 6 horas de sol directo al día, dependiendo de la especie. Si no puedes darle eso, al menos ponlo en un lugar con mucha luz natural.

También necesitan ventilación. No es lo mismo tenerlos en un espacio cerrado, húmedo y sin corriente de aire, que en uno donde el aire circula. Cuando el aire no se mueve la humedad se queda atrapada y eso es caldo de cultivo para hongos. Así que si están en interior, abre ventanas o colócalos donde no se sienta sofocado el ambiente.

Puedes aplicar fungicidas naturales como bicarbonato o aceite de neem si ves hongos en la superficie.

Otro detalle importante es no juntarlos demasiado. A veces por estética los ponemos uno a lado de otro, pero eso impide que se sequen bien después del riego y que puedas ver si alguno tiene un problema. Dales su espacio para que puedan respirar.

Un cactus que se está pudriendo no te va a mandar un mensaje de texto, pero sí da señales. Si ves que cambia de color, se ablanda o empieza a oler mal, algo no va bien. Otro signo puede ser que se empiece a inclinar o que se caiga con facilidad. Eso pasa cuando las raíces ya no están sanas y pierden sujeción al suelo.

Si están negras, blandas o huelen feo, hay que cortar todo lo afectado con un cuchillo limpio

Cuando veas algo raro, no dudes en revisar la base del cactus y las raíces. Si están negras, blandas o huelen feo, hay que cortar todo lo afectado con un cuchillo limpio. Luego deja secar la herida varios días antes de volver a plantar. Es mejor perder una parte que todo el cactus. Y si no se puede salvar, quizá puedas rescatar un esqueje sano.

Muchos cactus se mueren por “demasiado amor”. Es decir, por estarles encima todo el tiempo con fertilizante, riego o cambios constantes. En jardinería, a veces menos es más. No necesitan fertilizante a cada rato, y si lo vas a usar, que sea específico para cactus y solo en temporada de crecimiento. Nada en invierno.

Suena cuidados muy básicos pero a veces lo más obvio es lo que más se nos olvida. El secreto es tenerle paciencia, no ahogarlo en cariño ni agua, y darle solamente lo que necesita. No hay fórmulas mágicas, pero con luz, aire, buen sustrato y riego moderado, podrás tener un jardín lleno de cactus por mucho tiempo.