La peligrosa paradoja del Everest: calor extremo e hipotermia, combinación mortal que hace desnudar a los escaladores

En las alturas del Everest, el frío mortal se mezcla con una ilusión de calor que lleva a los escaladores a desvestirse. Descubre esta trampa letal que no detiene la fiebre por llegar a la cima.

Cima Everest
En casos de hipotermia severa, el cuerpo puede sufrir los efectos del "desnudo paradójico", una traición de nuestro cuerpo y mente que conducirá ineludiblemente a la muerte.

En la cima del mundo, a 8.848 metros de altura, el viento corta como un cuchillo y el oxígeno es un lujo escaso. El pico más alto del planeta, el Monte Everest, un coloso que ha seducido a miles con su promesa de gloria, guarda un secreto aterrador: no solo mata con avalanchas o caídas, sino con una traición del propio cuerpo.

Cinco vidas ya le rindieron tributo en este 2025, sumándose a los más de 340 cuerpos que yacen como fantasmas helados, muchos desvelados por glaciares que se derriten. Entre ellos, muchas víctimas de un absurdo cruel: el "desnudo paradójico", donde el frío mortal susurra un calor ilusorio, empujando a los escaladores a quitarse la ropa y abrazar la muerte.

Cada año, cientos de escaladores desafían al Everest, impulsados por el deseo de llegar al techo del mundo. Pero en la "Zona de la Muerte", donde el aire es veneno y el hielo no perdona, el cuerpo puede volverse tu peor enemigo.

Esta paradoja ocurre porque la hipotermia extrema genera una falsa sensación de calor abrasador. Escaladores que luchan contra el frío polar de -34 °C de repente se sienten ardiendo y se quitan la ropa, acelerando su muerte. ¿Por qué miles siguen subiendo, ignorando este riesgo? Entender esta combinación letal de frío e ilusión térmica podría salvar vidas.

La traicionera zona de la muerte, reino del frío

La "Zona de la Muerte" es el escalofriante apodo para todo lo que está por encima de los 8.000 metros en el Everest. Ahí arriba, el oxígeno es solo el 40 % de lo que respiramos en el nivel del mar, y las temperaturas pueden caer a -40 °C, con vientos huracanados que azotan como latigazos.

Imagina escalar con una mochila de 20 kilos, usando crampones en hielo resbaladizo, mientras tu cuerpo clama por aire. La mayoría de las muertes ocurren aquí: agotamiento, mal de altura que hincha el cerebro, avalanchas impredecibles y, por supuesto, hipotermia.

La hipotermia no es solo "tener frío"; es cuando tu temperatura corporal baja de 35°C, y el cuerpo entra en pánico. Primero, contrae los vasos sanguíneos en manos y pies para proteger el corazón y el cerebro, dejando las extremidades heladas e inútiles. Si no paras y te abrigas, el agotamiento empeora todo.

En 2024, nueve escaladores murieron, muchos por hipotermia agravada por la falta de oxígeno suplementario. Y en 2025, con un clima más estable, aún se reportaron cinco fallecimientos en la temporada de primavera, recordándonos que el Everest no perdona errores.

Desnudo paradójico: cuando el cuerpo engaña al escalador

En las etapas finales de un proceso de hipotermia severa, cuando estás al borde del colapso, algo extraño pasa en el cuerpo. Los vasos sanguíneos, agotados de contraerse, se relajan de golpe, enviando sangre caliente a la piel. De repente, el escalador, temblando en -34°C, siente un calor abrasador, como si el sol ardiera en su pecho. En su delirio, se arranca la ropa, los guantes, la máscara de oxígeno, exponiéndose al frío mortal. Es una traición cruel del cuerpo, un espejismo que convierte la nieve en un desierto ardiente.

El escalador, en su confusión, se arranca la ropa, los guantes, hasta la máscara de oxígeno, acelerando la pérdida de calor y sellando su destino.

Este fenómeno no es exclusivo del Everest; se ve en casos de hipotermia en ciudades nevadas o bosques, pero en la montaña es letal. Toma el caso de Binod Babu Bastakoti en 2024: un escalador nepalí de 37 años descendía del South Col cuando su compañero se alejó por más oxígeno. Al volver, lo encontró semidesnudo, agresivo y sin máscara, víctima de esta ilusión térmica. Murió poco después.

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Otro ejemplo trágico es de un experto alpinista llamado Scott Fischer: en el llamado "Desastre del Everest de 1996" fue hallado con la ropa desabrochada y un brazo expuesto, pese al frío polar. Estudios médicos describen 33 casos similares, mostrando que afecta por igual a hombres y mujeres, jóvenes y mayores.

Los Sherpas afirman que entre el 25 % y el 40 % de las personas que han visto morir de hipotermia en el Monte Everest, han desarrollado el "desnudo paradójico".

En el Everest, donde el hacinamiento de escaladores obliga a colas eternas en la "zona roja", el riesgo se multiplica: más tiempo expuesto, más chances de que el cuerpo traicione.

El precio de tocar el cielo

La paradoja del Everest nos enseña una lección brutal sobre los límites humanos: en un lugar de frío extremo, el cuerpo puede fabricar su propio infierno de calor ilusorio, llevando a decisiones fatales.

Con más de 300 cadáveres aún en la montaña —expuestos cada vez más por el derretimiento glacial debido al cambio climático—, el Everest se transforma en un cementerio vertical. En 2025, aunque las muertes bajaron a cinco gracias a rescates en helicóptero y mejor preparación, el mensaje es claro: la tecnología ayuda, pero no elimina el riesgo.

Nepal planea mover el campamento base más abajo para reducir la exposición al peligro, pero el turismo masivo sigue atrayendo a cientos de escaladores cada año.

Para los que sueñan con la cima, esta paradoja es un recordatorio: respeta el frío, conoce tu cuerpo y prioriza el descenso. Si te inspira, genial, pero si planeas ir, entrena duro y escucha a los expertos. Al final, la verdadera cumbre es volver entero.