Resiste la ebullición, la congelación y ser lanzada al espacio: la criatura que desafía las leyes de la vida

¿Qué tan resistente puede ser la vida? Los tardígrados llevan la respuesta al extremo. Un organismo de un milímetro que expande los límites de lo que entendemos por estar vivo.

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Forma translúcida de un tardígrado bajo el microscopio óptico (arriba) y reconstrucción digital (abajo) resaltando sus ocho patas y la textura de su cutícula.

Quizá lo primero que hay que decir es que nuestro protagonista no entra precisamente en la categoría de “lo más bonito que verás hoy”. Verlo es una experiencia medio ambigua: parte “awww”y parte de “¿eso qué eeeees?”. Depende de la foto. Pero lo cierto es que el bicho es admirable... y durísimo de matar —literalmente — además de que tiene más franquicias que Bruce Willis.

Los tardígrados (Tardigrada), también llamados “ositos de agua”, son un filo completo de animales microscópicos (0.1–1 mm) con más de 1,300 especies descritas.

Mide menos que un grano de sal y "camina" con ocho patitas regordetas que terminan en diminutas garras. Así es el tardígrado, tan raro como indestructible. El bicho que retó a la física, a la biología y hasta a la mismísima muerte.

Viven prácticamente en todo el planeta. Los hay en musgos de patios urbanos, líquenes, suelos tropicales, fondos marinos, aguas termales y glaciares. Y sobreviven donde absolutamente nadie — ni nada — más puede: temperaturas extremas, radiación, ir al espacio.

Lo fascinante es que no parecen gran cosa. Son translúcidos, torpes al caminar, lentos y, en el mejor de los casos, apenas distinguen luz de oscuridad. Pero cuando vivir se pone imposible, activan un arsenal biológico digno de película de ciencia ficción.

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En 2007 más de 3,000 tardígrados fueron expuestos al entorno espacial real por 12 días… y sobrevivieron.

Y mientras nosotros dependemos de bloqueador solar, chamarras, botellas de agua y atmósfera para sobrevivir, estos seres diminutos pueden entrar en modo “pausa vital” y atravesar condiciones que matarían instantáneamente a cualquier humano. Conozcamos hoy a quien, sin quererlo, redefine las fronteras de la vida.

El bicho más fuerte del mundo

Los tardígrados son, en cierto modo, un recordatorio de que la vida no es inherentemente frágil. ¿Dudas? Aquí te van sus superpoderes:

Termo-invencible

De lo más alucinantes de los tardígrados es su tolerancia extrema al calor y al frío. Pueden sobrevivir exposiciones cercanas al cero absoluto, unos −272 °C, donde todo, incluida la vida celular, debería detenerse. Y también soportan temperaturas superiores a los 150 °C por breves periodos.

Mientras la mayoría de los seres vivos colapsa por debajo de 0 °C (en humanos debajo de 35 °C ya inicia la hipotermia), o por encima de 45–50 °C, el tardígrado juega en otra liga.

A prueba de radiación… de verdad

Otra característica increíble es su capacidad, casi absurda, de sobrevivir a la radiación. Hay especies de tardígrados que toleran entre 5,000 y 6,000 Gy (1 Gy = 1 joule de energía de radiación absorbida por un kilogramo de materia).

Son, hasta hoy, el único animal multicelular conocido capaz de sobrevivir a una exposición así de directa en el espacio exterior.

Poniéndolo en escala humana: nosotros comenzamos a sufrir daño severo con 1 Gy y más de 5 Gy ya es mortal. Y no solo soportan rayos X; también han sobrevivido a radiación ultravioleta solar directa y a dosis cósmicas experimentales que ningún otro animal ha resistido.

Sobrevivir al espacio exterior (sin traje)

En 2007, algunos ejemplares fueron enviados al espacio durante la misión FOTON-M3 de la ESA. Estuvieron expuestos al vacío absoluto, a radiación solar, a temperaturas variables e intensas, y regresaron vivos. Incluso empezaron a reproducirse en medio de su paraíso espacial.

Son, hasta hoy, el único animal multicelular conocido capaz de sobrevivir a una exposición así de directa en el espacio exterior. Lo más irónico es que un bicho que cabe en la punta de un alfiler, está ayudando a entender cómo proteger a astronautas durante meses en microgravedad.

Desecación extrema

Y cuando el entorno se seca, este animal realiza su mayor truco: se encoge. Expulsa casi toda el agua de su cuerpo y reduce su metabolismo en más del 99.9 %. Entra como en un estado de hibernación extrema en el que pueden pasar años, completamente secos, esperando condiciones más favorables.

Este estado se conoce como tun, y en él también toleran presiones de hasta ~6,000 atmósferas. Lo que aplastaría a un submarino, el tardígrado lo soporta como quien se encoge para dormir.

La ciencia detrás del mito

Pero, ¿qué es lo que lo hace tan peculiarmente resistente? Pues los tardígrados tienen proteínas únicas que los vuelven invencibles, física y genéticamente hablando.

La criptobiosis es la clave de la mayor parte de su resistencia. En estado tun, su cuerpo sustituye el agua interna por una red de proteínas especiales que lo vuelven como un vidrio biológico. Su cuerpo se compacta al extremo y carece de cavidades internas grandes y rígidas, lo que reduce el espacio donde podrían generarse daños por expansión o compresión.

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Microfotografías (SEM) de un tardígrado en estado tun (A); boca con su aparato de estiletes (B); garras curvas características (C); y un huevo ornamentado de la especie Paramacrobiotus puma sp. nov. (D). Imágenes tomadas de Boothby et al. (2016) y López et al. (2025).

El hallazgo de estas proteínas en 2017, conocidas como TDP (Tardigrade-specific intrinsically Disordered Proteins), cambió la forma de entender la biología de la resistencia extrema. Estas proteínas son intrínsecamente desordenadas, pero cuando el tardígrado se deshidrata, se reorganizan en una matriz vítrea que estabiliza todas las estructuras de la célula.

Sus proteínas únicas (TDP y Dsup), más sus enzimas reparadoras y la capacidad de apagar su metabolismo casi por completo, convierten al tardígrado en el animal más resistente del planeta.

Esto explica por qué pueden resistir frío extremo, calor, vacío, radiación y hasta choques mecánicos. Es como si cada célula se transformara en una diminuta pieza de vidrio templado.

Su otro gran superpoder molecular se conoce como Dsup, la famosa “Damage Suppressor Protein”. Descubierta en 2016, esta proteína se une al ADN y actúa como un escudo que reduce drásticamente el daño por radiación. Y no solo protege, también facilita que los mecanismos de reparación genética funcionen más rápido y mejor.

Redefiniendo "vivo"

Los tardígrados expanden los límites biológicos del planeta. Nos recuerdan que la vida puede existir incluso en condiciones que, convencionalmente, son incompatibles con la existencia. Y así, un organismo de apenas un milímetro redefine lo que entendemos por estar vivo.

La existencia de los tardígrados es un guiño a lo real y lo maravilloso, retando los límites donde indestructible y mortal chocan... y son, en sí mismos, una metáfora brutal de resiliencia.

Paradójicamente, pareciera que el animal más resistente del planeta no vive mucho. Su vida activa es de apenas meses o un par de años; con tun pueden "dormir" durante décadas. Pero, para un organismo microscópico, vivir uno o dos años es una hazaña. Especialmente, poder suspender su vida durante décadas sin envejecer ni desgastarse ya es otro nivel.

Referencia de la noticia:

Tardigrades Use Intrinsically Disordered Proteins to Survive Desiccation. 2017. Thomas C Boothby, Hugo Tapia, Alexandra H Brozena et al. Molecular Cell 65 (6).

New records of tardigrades from Mexico with the description of Paramacrobiotus puma sp. nov. (Eutardigrada: Macrobiotidae). 2025. Daniel López-Sandoval, Griselda Montiel-Parra y Tila M. Pérez. Revista Mexicana de Biodiversidad 96.