El “cáncer” de la tierra: cómo la salinización está volviendo estériles los campos de cultivo en México

La salinización en los suelos agrícolas de México avanza y, aunque suena a un problema lejano, ya está afectando la productividad de miles de hectáreas dentro del campo mexicano.

Los cultivos pueden perder hasta 50% de rendimiento antes de mostrar síntomas visibles.

La salinización de suelos es un proceso tan viejo como la agricultura misma, pero en México está tomando una velocidad que preocupa. Aunque no se nota a simple vista, este problema va creciendo debajo de nuestros pies, sobre todo en regiones donde el riego es indispensable para poder sembrar.

Lo peor es que, a diferencia de una plaga o una sequía, aquí no estamos hablando de un evento que llega y se va; este es un proceso que se acumula lentamente y que si no se atiende puede dejar un suelo prácticamente muerto por años.

En muchos lugares del país, los agricultores ya describen la salinización como un “cáncer” de la tierra, porque empieza de forma discreta: primero un rendimiento que baja, luego plantas más débiles y después zonas donde simplemente nada crece.

Este problema no cae del cielo, es consecuencia de decisiones que hacemos todos los días en el campo: el tipo de agua que usamos para regar, la forma en que manejamos el riego, la evaporación constante en climas secos y hasta la calidad del drenaje. Y cuando las sales ya están acumuladas, sacarlas no es tan sencillo como muchos piensan.

La materia orgánica es un aliado silencioso, porque ayuda a retener humedad y reduce la compactación, dos factores para evitar que las sales “suban”.

En México, las zonas más afectadas se concentran en el norte y el Bajío, regiones que dependen del riego y que además viven evaporaciones altas. En estados como Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, San Luis Potosí, Zacatecas y Guanajuato, este fenómeno ya es un factor de riesgo para la producción de hortalizas, granos y frutales.

¿Qué es la salinización del suelo y por qué ocurre?

Hoy, más que nunca, vale la pena entender qué es exactamente la salinización, por qué avanza tan rápido y qué alternativas reales existen para frenar o revertir el daño, el entorno agrícola mexicano ya está presionado por sequías, precios de insumos y mercados complicados; perder suelos por salinidad sería un golpe más duro y evitable.

La salinidad afecta especialmente a cultivos sensibles como frijol, maíz, papa, fresa, lechuga, cítricos y la mayoría de las hortalizas.

La salinización es el proceso en el que las sales solubles se acumulan en la zona donde están las raíces hasta niveles que afectan el crecimiento de las plantas. Las sales siempre han estado ahí, el problema es cuando se van concentrando hasta que la tierra se “quema”, las raíces se deshidratan y la planta deja de absorber nutrientes.

En México, el origen principal es el riego, cuando regamos, el agua se filtra al perfil del suelo y arrastra pequeñas cantidades de sales pero en zonas calientes y secas ocurre un fenómeno: el agua se evapora más rápido que lo que se infiltra, y cuando el agua se va, las sales se quedan.

Otro factor fuerte es la calidad del agua, en estados como Sonora, Tamaulipas o Baja California, parte del riego proviene de aguas con conductividades eléctricas altas, lo que significa más sales desde el origen, si a eso se suma poca lluvia y suelos arcillosos, el riesgo se dispara.

Mapa de las zonas más afectadas en México

Las regiones más golpeadas están concentradas en dos grandes franjas. La primera es el norte de México, donde el clima árido intensifica la evaporación. En Baja California, Sonora, Chihuahua y Coahuila ya se reportan miles de hectáreas con problemas serios de salinidad.

La segunda franja es el Bajío, especialmente partes de Guanajuato, Querétaro y San Luis Potosí. Aunque aquí hay más agricultura intensiva y sistemas tecnificados, existe un detalle que muchas veces se ignora: la extracción excesiva de agua subterránea.

Algunas áreas del Valle de México e Hidalgo tienen focos rojos vinculados al uso de aguas residuales sin tratamiento adecuado.

En estados como Zacatecas o Durango, donde se ha ampliado el riego por aspersión, también se ha identificado un aumento de suelos salinos, sobre todo en zonas con poca lluvia y aunque no se habla mucho de ello, algunas áreas del Valle de México e Hidalgo tienen focos rojos vinculados al uso de aguas residuales sin tratamiento adecuado.

Cuando un suelo se saliniza, ocurre algo muy parecido a cuando una persona toma demasiada sal: se deshidrata. Las raíces sienten un ambiente hostil porque la presión osmótica del suelo aumenta lo que significa que la planta tiene que gastar mucha energía para absorber una mínima cantidad de agua.

En el Valle de Mexicali, se estima que más del 25% de las parcelas de trigo y hortalizas tienen algún grado de afectación.

Otro problema serio es que las sales alteran la disponibilidad de nutrientes. Por ejemplo, altos niveles de sodio compactan el suelo y reducen su aireación mientras que el exceso de cloruros bloquea la absorción de potasio, en la práctica esto se traduce en plantas débiles, raíces cortas, amarillamientos y una productividad que se va al piso.

Cómo se puede prevenir y qué sirve de verdad

La solución más efectiva es algo que a muchos no les gusta porque suena poco glamuroso: lavado de sales. Literalmente aplicar agua de buena calidad en exceso para empujar las sales hacia capas más profundas, siempre y cuando exista drenaje, sin drenaje, este método no funciona.

Otra herramienta es el uso de yeso agrícola (sulfato de calcio), que ayuda a desplazar el sodio y mejorar la estructura del suelo. Esto no corrige todo pero sí facilita el lavado de sales, también está el uso de riego por goteo, que permite manejar mejor la lámina de agua y reduce la evaporación superficial.

En zonas donde el problema ya es avanzado, algunos agricultores están implementando rotaciones con cultivos medianamente tolerantes, descansos con riego de lavado, y la incorporación de materia orgánica para mejorar la estructura.

La salinización no es un problema nuevo, pero sí uno que está creciendo más rápido de lo que muchos esperaban. Si no se atiende, sí puede dejar el suelo casi inservible pero tampoco es algo imposible de manejar; solo requiere constancia, entender bien cómo se mueve el agua en el suelo y hacer ajustes a tiempo.