La “abolladura” magnética sobre Argentina y el Atlántico que pone en riesgo a los satélites (y preocupa a la NASA)
Una región del planeta, justo sobre Sudamérica y el Atlántico Sur, tiene un campo magnético más débil de lo normal. La anomalía crece, se desplaza y desconcierta a los científicos. ¿Cuáles son los riesgos reales para Argentina, los satélites y los astronautas?

Encima de nosotros, sobre el cielo de Sudamérica, hay una zona donde la Tierra baja la guardia. Un área extensa, que va desde el Atlántico Sur hasta buena parte de Argentina, Brasil, Paraguay y Bolivia, muestra un campo magnético más débil que el resto del planeta. Es lo que los científicos llaman la Anomalía Magnética del Atlántico Sur (AMAS), o, dicho más simple, una especie de “abolladura” en el escudo invisible que nos protege de la radiación espacial.
A primera vista, el fenómeno parece inofensivo: nadie en la superficie nota nada extraño. Pero en el espacio, justo sobre esa región, los satélites deben tomar precauciones.
Un escudo que no es perfecto
El campo magnético terrestre funciona como una gigantesca burbuja que desvía las partículas cargadas del Sol y los rayos cósmicos que bombardean constantemente nuestro planeta. Esa protección surge del núcleo externo, un océano de hierro y níquel líquidos que gira a más de 3000 kilómetros bajo nuestros pies. Ese movimiento genera corrientes eléctricas y, con ellas, el campo magnético que envuelve a la Tierra.
Every second, the Sun ejects 1.5 million tons of material into space at hundreds of miles per second, but Earth's magnetic field protects it from the solar wind.
— Wonder of Science (@wonderofscience) October 13, 2025
: NASA Goddard pic.twitter.com/h4qhYFx88E
Sin embargo, ese escudo no es uniforme. Desde hace más de un siglo se sabe que sobre el Atlántico Sur el campo pierde fuerza. En esa zona, las líneas del magnetismo parecen torcerse, debilitándose como si algo desde el interior de la Tierra tirara de ellas hacia abajo.
Los científicos sospechan que la causa está en una gigantesca estructura rocosa enterrada bajo África, llamada Provincia Africana de Gran Baja Velocidad de Cizallamiento. Esa masa densa alteraría los flujos de hierro líquido del núcleo, generando un comportamiento magnético anómalo. En otras palabras: bajo Sudamérica y el Atlántico, el motor interno del planeta late de una manera distinta.
El riesgo está arriba
Aunque la AMAS no representa peligro para la vida cotidiana en la superficie, sí complica las cosas en el espacio. Cuando un satélite cruza esa zona (a unos 500 o 600 kilómetros de altura) se expone a un bombardeo de radiación mucho más intenso que en otras partes del mundo.
Los componentes electrónicos pueden fallar, los sensores se saturan y los datos se corrompen. Por eso, muchas agencias espaciales programan a sus satélites para apagar sistemas no esenciales al atravesar la anomalía. Incluso la Estación Espacial Internacional debe tomar precauciones: los astronautas se refugian en las zonas más blindadas cuando pasan sobre Sudamérica.
A menor escala, la debilidad del campo también puede afectar la precisión de sistemas de navegación que dependen de lecturas magnéticas, aunque las variaciones son sutiles y bien conocidas por los operadores.
Un misterio que crece
La anomalía no solo existe: se expande y se mueve.
Según datos de la misión Swarm, una constelación de tres satélites de la Agencia Espacial Europea (ESA), la región débil del campo magnético creció casi la mitad del tamaño de Europa desde 2014. Además, los científicos detectaron un nuevo foco de debilitamiento sobre el suroeste de África, que avanza hacia el oeste.
“El campo magnético no se debilita igual en todas partes”, explicó Chris Finlay, profesor de Geomagnetismo en la Universidad Técnica de Dinamarca. “Bajo la Anomalía del Atlántico Sur vemos zonas donde el magnetismo, en lugar de salir del núcleo, parece regresar a él”.
Magnetic Monday
— ESA's Swarm mission (@esa_swarm) October 13, 2025
Swarm's record-breaking 11 year continuous spaceborne record of Earth's magnetic field shows the South Atlantic Anomaly has increased by an area half the size of continental Europe since 2014.
https://t.co/2SXRutii90 pic.twitter.com/L0xSdfgDNG
Es lo que los investigadores llaman “flujos inversos”, movimientos extraños del campo que actúan como remolinos magnéticos dentro del planeta.
Gracias a Swarm —que lleva más de una década midiendo el magnetismo terrestre con una precisión inédita— se sabe que estas zonas viajan lentamente hacia el oeste, cambiando la forma de la anomalía año tras año. Lo que antes era una mancha sobre el Atlántico ahora se extiende como una lengua hacia el continente.
El planeta no se queda quieto
El campo magnético de la Tierra está en constante transformación. Mientras se debilita sobre Sudamérica, se fortalece en otras regiones, como Siberia.
De hecho, en los últimos años el polo norte magnético se desplazó desde Canadá hacia Asia, siguiendo el rastro de esas zonas de magnetismo más intenso. Este movimiento obliga a ajustar los modelos de navegación y muestra hasta qué punto la Tierra es un sistema dinámico, incluso en lo invisible.
Launching soon: A new mission to study magnetic explosions in space!
— NASA Solar System (@NASASolarSystem) July 16, 2025
NASAs TRACERS, a pair of washing machine-sized satellites, will orbit Earth to capture the explosive moments when the Suns magnetic field collides and fuses with Earths. ️
More: pic.twitter.com/O5WeODCRR5
La misión Swarm también ayuda a entender estos equilibrios cambiantes. Los datos permiten mejorar los modelos globales usados en aviación, comunicaciones y predicción del clima espacial. Y, de paso, ofrecen una ventana al corazón líquido de nuestro planeta: el verdadero generador de todo este campo magnético que nos protege.
Por ahora, la Anomalía Magnética del Atlántico Sur no implica riesgos directos para quienes vivimos en la región. Pero su evolución preocupa a los científicos, que siguen de cerca cada cambio de intensidad y desplazamiento. Es una de las pistas más claras de que los polos magnéticos de la Tierra están en constante movimiento, en un proceso natural que podría llevar a una futura inversión de polaridad. Si continuara debilitándose, aumentaría la vulnerabilidad de satélites y sistemas espaciales ante tormentas solares más fuertes.
Referencia de la noticia
C.C. Finlay, C. Kloss, N. Gillet, Core field changes from eleven years of Swarm satellite observations, Physics of the Earth and Planetary Interiors.