El calentamiento más extremo de la Tierra duró 100.000 años más de lo previsto y advierte sobre nuestro futuro climático

Nuevas investigaciones revelan que el Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno, ocurrido hace 56 millones de años, se extendió por casi 270.000 años y su recuperación tardó otros 145.000 años, planteando serias implicaciones para el cambio climático actual.

Imagen Wyoming
Para la investigación se analizaron registros sedimentarios de la cuenca Bighorn en Wyoming (EEUU) que se muestra en esta imagen satelital. También se analizaron varios registros marinos para lograr comprender mejor la duración del Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno. Imagen: Tripulación de la EEI y la Unidad de Ciencias de la Tierra y Percepción Remota, Centro Espacial Johnson

Hace 56 millones de años, nuestro planeta experimentó uno de los episodios de calentamiento global más devastadores de su historia geológica: el Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno (PETM). Tal como indica Eos, durante este período catastrófico, las temperaturas globales se dispararon más de 5°C en apenas 15.000 a 20.000 años, una velocidad de cambio que resulta alarmantemente similar a lo que estamos presenciando en la actualidad.

El océano profundo durante el PETM alcanzó temperaturas de 10-15 °C, mientras que cerca de la Antártida las aguas superficiales llegaron hasta 20 °C. La acidificación oceánica fue tan severa que las conchas de carbonato de calcio se disolvieron completamente en el fondo marino, un proceso que también estamos comenzando a observar en los océanos actuales.

La magnitud de este antiguo calentamiento fue extraordinaria. Se liberaron entre 3.000 y 20.000 petagramos de carbono a la atmósfera, multiplicando por 3 o 4 veces la concentración de CO2 respecto a los niveles anteriores. Esta masiva inyección de gases de efecto invernadero transformó radicalmente los ecosistemas terrestres y marinos, creando un mundo prácticamente irreconocible.

Las consecuencias fueron devastadoras para la vida marina profunda, causando la mayor extinción de organismos de aguas profundas en los últimos 93 millones de años. Paradójicamente, mientras la vida en las profundidades oceánicas colapsaba, la superficie terrestre y oceánica experimentaba una notable diversificación de especies, adaptándose a las nuevas condiciones extremas del planeta.

La recuperación más lenta jamás documentada desafía nuestros modelos climáticos

El reciente estudio liderado por Victor Piedrahita de la Academia China de Ciencias con sede en Beijing, ha revolucionado nuestra comprensión sobre la duración del PETM. Mediante análisis probabilísticos de seis registros sedimentarios diferentes, los científicos determinaron que este evento climático extremo se prolongó durante aproximadamente 269,000 años, significativamente más que las estimaciones previas de 120,000 a 230,000 años.

Paleoceno
Evidencia del calentamiento global en el máximo térmico del Paleoceno-Eoceno a partir de un núcleo ubicado frente a la costa antártica. Crédito CC: Kennett & Stott.

Pero quizás el hallazgo más preocupante es la duración de la recuperación posterior. El ciclo del carbono terrestre tardó más de 145.000 años adicionales en volver a sus condiciones normales, un período que excede ampliamente lo que los modelos climáticos actuales predicen para eventos similares. Esta recuperación extraordinariamente lenta sugiere que los sistemas naturales de la Tierra tienen una capacidad limitada para absorber y procesar grandes cantidades de carbono atmosférico.

Durante la fase de recuperación, procesos geológicos lentos como la meteorización de rocas y la deposición de carbonato de calcio en el fondo oceánico fueron los principales mecanismos que gradualmente removieron el exceso de CO2 de la atmósfera. Según un trabajo de la Penn State College of Earth and Mineral Science, estos procesos naturales operan en escalas de tiempo geológicas, no humanas, lo que explica por qué la recuperación fue tan prolongada.

Lecciones urgentes para el cambio climático antropogénico actual

Las implicaciones del PETM para nuestro presente son imposibles de ignorar. Desde 1850 hasta 2019, las actividades humanas han liberado aproximadamente 2.390 petagramos de CO2 a la atmósfera, una cifra que se acerca peligrosamente a los rangos inferiores estimados para el PETM. La diferencia crítica es que estamos liberando este carbono a un ritmo mucho más acelerado que durante el evento prehistórico.

Big Horn Wyoming
Fotografía del PETM en la cuenca del Big Horn, Wyoming. Estas rocas fueron depositadas por ríos y llanuras aluviales. Contienen un registro fósil asombroso, que incluye primates primitivos y hojas. Crédito CC: Peter Wilf.

Los científicos estiman que entre el 20 % y 35 % del CO2 que liberamos permanecerá en la atmósfera durante 2 a 20 siglos, incluso después de equilibrarse con los océanos. El porcentaje restante sólo podrá ser removido por procesos geológicos extremadamente lentos, similar a lo ocurrido durante la recuperación del PETM, lo que significa que algunas consecuencias de nuestras emisiones actuales podrían persistir durante milenios.

Esta perspectiva temporal desafía fundamentalmente los marcos temporales tradicionales utilizados en la planificación climática y política ambiental. Mientras que los modelos climáticos convencionales se enfocan en escalas de décadas a siglos, la evidencia del PETM sugiere que debemos considerar impactos que se extenderán por miles de años, afectando a cientos de generaciones futuras de manera irreversible.

Referencia de la noticia

Piedrahita, V. A., Heslop, D., Roberts, A. P., Rohling, E. J., Galeotti, S., Florindo, F., & Li, J. (2025). Assessing the duration of the Paleocene-Eocene Thermal Maximum. Geophysical Research Letters, 52, e2024GL113117. https://doi.org/10.1029/2024GL113117