Sí, las plantas pueden gritar cuando sufren y hay un insecto que puede escucharlas

Un estudio revela que las plantas emiten sonidos cuando están estresadas y que ciertos animales pueden percibirlos y modificar su comportamiento en consecuencia. La investigación muestra por primera vez que una especie animal responde a estos sonidos, y abre nuevas perspectivas para la bioacústica.

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Las plantas emiten sonidos ultrasónicos cuando están bajo estrés, como la falta de agua o un daño físico.

Desde hace algunos años se sabe que las plantas emiten sonidos cuando están estresadas. Son sonidos imperceptibles para el oído humano, por lo que la gran pregunta era si alguien realmente puede escucharlos. Una nueva investigación acaba de dar la primera respuesta contundente.

Científicos de la Universidad de Tel Aviv descubrieron que las polillas hembras pueden leer el estado de salud de una planta de tomate a través de los sonidos que emite. Si la planta está deshidratada o estresada, la polilla evita depositar sus huevos allí. Prefiere una planta que “suena” más saludable para asegurar alimento a sus futuras larvas.

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Los sonidos de las plantas podrían ayudar a otros seres vivos a tomar decisiones clave, como dónde alimentarse o reproducirse.

El hallazgo, publicado en julio como preprint revisado por pares en la revista científica eLife, representa un punto de inflexión en el campo emergente de la bioacústica vegetal: no solo las plantas emiten sonidos, sino que esos sonidos tienen consecuencias ecológicas reales.

Gritos silenciosos

En 2023, el mismo equipo liderado por la profesora Lilach Hadany y el profesor Yossi Yovel fue pionero al demostrar que las plantas sometidas a estrés -como la falta de agua o un daño físico- emiten una especie de “clics” ultrasónicos. Estos sonidos, de entre 20 y 100 kilohertz, son demasiado agudos para que el oído humano los perciba, pero están dentro del rango auditivo de varios insectos, murciélagos y pequeños mamíferos.

La nueva investigación fue un paso más allá. Quisieron saber si esos sonidos influyen en el comportamiento de otros seres vivos.

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Los clics que producen las plantas estresadas son inaudibles para los humanos, pero perceptibles para insectos como las polillas.

El experimento se centró en la especie Helicoverpa armigera, una polilla común cuyas larvas se alimentan de hojas de tomate. En condiciones controladas, los científicos expusieron a polillas hembras a plantas reales y a grabaciones de plantas “estresadas” o “sanas”. Todo se hizo eliminando otros factores visuales o químicos que pudieran sesgar el resultado. El patrón fue claro: las polillas evitaban sistemáticamente las plantas que sonaban estresadas.

“Esta es la primera demostración de un animal que responde a los sonidos producidos por una planta”, explicó el profesor Yovel. “Podría ser que todo tipo de animales tomen decisiones basadas en lo que escuchan de las plantas: para polinizarlas, comérselas o evitar enfermarse”.

¿Un ecosistema sonoro?

Las plantas, vale aclararlo, no tienen intenciones. No producen sonidos de manera consciente ni tienen sistemas nerviosos. Los clics surgen de microcavitaciones —pequeñas burbujas de aire que colapsan— en los conductos que transportan agua cuando la planta está bajo tensión.

Sin embargo, lo interesante es que ese “accidente fisiológico” se convierte en información útil para otros organismos.

Para Hadany, eso abre una posibilidad fascinante: “Si una planta está estresada, el organismo más interesado en saberlo es otra planta”, dijo a la BBC. “Y pueden responder de muchas formas, por ejemplo, conservando agua si ‘escuchan’ que una vecina está sufriendo sequía”.

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La investigación fue realizada por científicos de la Universidad de Tel Aviv y publicada en la revista científica eLife.

Esto plantea la hipótesis de que tanto plantas como animales hayan coevolucionado para emitir y detectar estos sonidos. Si una planta obtiene ventaja al ser oída —evitando el ataque de herbívoros, por ejemplo—, podría haber desarrollado sonidos más intensos o frecuentes. Y los animales, a su vez, mejorar su audición para aprovechar esa información.

Aplicaciones y horizontes

Más allá de la fascinación, los hallazgos tienen implicancias prácticas. Poder detectar el estrés de los cultivos mediante sensores acústicos podría permitir una agricultura más precisa, reduciendo el uso de agua o pesticidas.

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Detectar estos sonidos podría servir para monitorear cultivos y mejorar prácticas agrícolas sin intervenir químicamente.

También abre interrogantes más amplios sobre cómo los humanos alteramos esos paisajes sonoros con el ruido artificial: ¿afecta eso la comunicación secreta entre plantas y animales? ¿podemos aprender a "escuchar" los ecosistemas de otra forma?

Por ahora, lo cierto es que hay un lenguaje vegetal, inaudible pero activo, que condiciona la vida a su alrededor. Y recién estamos empezando a entender su gramática.

Referencia de la noticia

Female Moths Incorporate Plant Acoustic Emissions into Their Oviposition Decision-Making Process eLife 13:RP104700. (2024) Seltzer Rya, Zer Eshel Guy, Yinon Omer, Afani Ahmed, Eitan Ofri, Matveev Sabina, Levedev Galina, Davidovitz Michael, Ben Tov Tal, Sharabi Gayl, Shapira Yuval, Shvil Neta, Atallah Ireen, Hadad Sahar, Ment Dana, Hadany Lilach, Yovel Yossi